Respeto Ciudadano

Columnas viernes 07 de junio de 2024 - 01:00

Los discursos polarizantes benefician al corto plazo, pero son un veneno que carcome al ser humano, contaminando su espíritu. Las consecuencias no hacen sino acelerar la putrefacción de la que no pueden librarse ni el sujeto, ni su sociedad, sino hasta que acontecimientos terroríficos, como en una especie de pira sacrificial, arrojan a esa generación revolcada en sus contradicciones.


Por el bien de nuestras instituciones y de la sociedad a la que deben ordenar, el resultado electoral de ese gran ejercicio civil que vivimos el fin de semana, sea producto de la libre elección de la población, sin conceder algo a las suspicacias. Siendo ese el caso, no dejó de sorprender el discurso de Mario Delgado, plagado de esa clase de insultos a los que, para desgracia de la sociedad, cada vez nos acostumbramos más, como a la desinformación y a las posturas ideológicas de ciertos personajes incapaces de distinguir lo objetivo de sus ideologías y simpatías.


Calificar a la oposición de la manera que el presidente de MORENA hizo, y como otros personajes replican, acelera una inútil degradación que contradice esa disque revolución moral -que además les ha hecho creer que ostentan una supuesta supremacía discursiva- que les hace creerse investidos de cualidades litúrgicas para expresarse como líderes de una secta de fanáticos, con la legitimidad de lanzar a la hoguera a quienes no coincidan con ellos.


Si la sociedad emitió su veredicto, se debe de respetar con la actitud que todo ciudadano debe de mantener, porque no es a una persona ante la que el Estado se ofrece, sino a una institución que debe de guardar la dignidad de respetar a los que no piensen como ellos. La sociedad moderna nació de la intolerancia. Las guerras de religión de los siglos dieciséis y diecisiete, fueron testigos del fin de la unidad cristiana, y su fragmentación en diversas interpretaciones, que a su vez se contaminaron con el ingrediente político de gobernantes que aprovecharon el desgaje espiritual, para concentrar todo el poder en sus manos. El resultado fue el exterminio.

 

Hacer de un hecho político un hecho moral, introduce ingredientes peligrosos traducidos en fanatismos. Leamos un poco del Tratado sobre la Tolerancia de Voltaire, en donde además del caso Calais que denuncia el pensador, reviste su denuncia con páginas espantosas de crímenes productos del fanatismo. Los exterminios inician con las excretantes frases de tipos sedientos de poder.


A la nueva administración, en nombre de la razón, no es un sinsentido pedirle respeto a la ciudadanía toda, y que la oposición política, que es ciudadana, deje de ser el foco de la irresponsabilidad bravucona. Todos tenemos el deber de construir una sociedad más respetuosa, y si la nueva administración lo asume, México quedará en buenas manos.

 

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/CR

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