Arsenal populista en acción

Debemos estar conscientes. La Guía Ética para la Transformación de México anunciada hace unos días en la “mañanera”, es una táctica más dentro de la estrategia de AMLO para acumular poder. Parecería loable que un gobierno establezca valores éticos como guía de actuación. Sin embargo, interpretando integralmente su actuar, podemos deducir que tal Guía es un arma más del arsenal populista que ha construido el gobierno en turno.

El populismo -aunque así haya querido aparentarse- no es una ideología que seguir (izquierda o derecha, liberal o conservadora), sino que constituye un conjunto de estrategias para obtener y conservar el poder. Y aunque a lo largo de la historia el poder se ha ejercido de diferentes formas, han existido estrategias comunes para conservarlo, a pesar de diferencias culturales, legales y políticas. Se han destacado tres: 1) divide y vencerás, 2) deslegitimar y criminalizar a la oposición y 3) el desprestigio de periodistas y expertos (Naím). El gobierno de la “Cuarta Transformación” las ha usado todas.

Las “mañaneras” han sido espacios discursivos que partieron de dividir y luego confrontar a dos bandos imaginarios: “nosotros” los buenos y “ellos” los corruptos, el pueblo contra las élites. Luego vino la deslegitimación de la oposición, entendiéndola como todo aquel escéptico o adverso al proyecto. Esta idea fue la espina dorsal de la consulta popular para “juzgar” a los expresidentes, no importando cuánto cueste ni qué tanto la Corte alterara la pregunta: era preciso dejar tallado en el imaginario popular la criminalización de lo pasado, cerrando esa pinza con la persecución aparente de personas clave como Emilio Lozoya.

Estas dos estrategias han generado todo tipo de oprobios, desde frases ridículas como “la fuerza del presidente es moral, no de contagio” frente al Covid-19, hasta acciones efectistas de supuesta austeridad como el quitar computadoras a los empleados federales, recortarles la mitad su aguinaldo y que los forzaran a realizar de manera mensual “aportaciones voluntarias” con la sana aclaración que no se trataba de ningún chantaje (claro, a menos que se opusieran expresamente), además del preocupante populismo punitivo, que abordamos en el texto pasado.

La tercera, el desprestigio a periodistas y expertos se volvió la moneda de circulación diaria. La pretensión oficial de inhabilitar y multar a la Revista Nexos, intimidaciones a la prensa, frases como “el hampa del periodismo hace propaganda en mi contra” y la descalificación por “falta de ética” de periódicos como el New York Times cuando se expuso el ocultamiento de muertos en esta pandemia, son ejemplificativos.

Así, este “apostolado transformador” ahora crea una guía de la “recta ratio”, que no es más que una piedra de afilar de su guillotina populista, pendiendo sobre la democracia.