El pasado cuenta

La oposición insiste en que el pasado quedó atrás como forma de encontrar un responsable del presente. Se refieren a temas específicos como seguridad, trabajo, salario, vivienda, etc. sin embargo, la gran herencia de la que se desprenden estos problemas son ramificaciones de una desigualdad social que fue construyéndose por años de manera sistemática y salvaje.

Es en la desigualdad social donde radica la necesidad de recurrir al pasado para explicar el presente. Los gobiernos, liberales, incluso los más conservadores, tienen en la teoría que sustenta sus ideas, la intención de acortar la distancia entre las clases sociales. En México esta intención nunca se tuvo en ningún gobierno.

El rezago en las diferencias sociales, --que algunos llaman polarización como si esas clases sociales tuvieran en sus diferencias los gobiernos de Morena como común denominador o factor esencial de sus diferencias—fueron eje de círculos vicios que reproducían la pobreza a un ritmo más acelerado que la productividad cuyas ganancias quedaba en manos de muy pocos, por muchos años.

El abuso del poder no sólo radica en la represión o la imposición de la voluntad del gobierno sobre la población sino en la desigualdad social, pero nadie quiere ver en esta situación un delito, ya que para quienes construyeron nuestra historia y dominaron la información, es una condición natural de toda sociedad contemporánea.

Considerar la desigualdad social como abuso de poder, porque se privilegian condiciones de manera desigual desde el gobierno, no es un delito sino una manera habitual de desarrollar un país “de manera libre”. Sólo que la libertad de una minoría implica la esclavitud de la mayoría.

El abuso del poder es legitimado por su ejercicio cotidiano cuando sólo se representan los intereses de una minoría y se olvidan de las necesidades de la mayoría.

Ante esta perspectiva, actual esencia en México de su lucha es el regreso al abuso del poder, de lo cual hay muchas muestras a través de los años y la historia da cuenta de ello.

La degeneración de la práctica administrativa en los diferentes periodos de gobierno desde la pacificación del país después de la Revolución Mexicana, luchó por legitimar el delito que se producía en todo el país desde las oficinas de los tres niveles de gobierno. Sus acciones eran males necesarios que arrojaban un mayor distanciamiento, cada vez más cruel, entre poderosos y débiles. Los gobernantes se volvieron socio y cómplices de los hombres del dinero para aplastar a la mayoría de los ciudadanos.

Ahora que se requiere enderezar la balanza, los conservadores, con muchos intereses ilegítimos de por medio, luchan para evitar que haya por lo menos, una brecha más corta entre los pobres y los ricos. Es cuando alucinan y llega a su imaginación la palabra que asusta a todos: comunismo.