Existió la advertencia

La advertencia es clara, el NHC (Centro Nacional de Huracanes) de los Estados Unidos, en un mensaje a través de la plataforma X (Twitter) a las 3:48 am, del 24 de Octubre, advirtió sobre el nivel de peligrosidad del fenómeno: “Hurricane Warning Issued For Portion of Southern Mexico”. Con estas palabras dejan en claro que no había sorpresa. Simplemente no se tomaron las medidas correspondientes a una tragedia que ha devastado la costa guerrerense, que ya de por sí ha vivido la desgracia de los malos gobiernos y la presencia del crimen organizado, que ya desde hace varios años, se adueñó del histórico puerto, condenándolo a la marginación de los grandes centros turísticos del país.

Acapulco es el símbolo de la desatención, la incapacidad de las autoridades para prevenir acontecimientos a los que nuestro país se encuentra en permanente riesgo, y para lo que se tenía previsto un Fondo Nacional de Desastres (FONDEN), al que el Presidente de la República lo denominara “la caja chica de los corruptos”, aludiendo a su supuesta inservibilidad, aunque asumiera, para sorpresa de todos, que el fondo seguía existiendo, y que al alejarlo de los “corruptos”, lo mantenía a salvo. Esta nota nos lleva a esos “arcana auguri” que por tanto tiempo cultivaron la opacidad, pues su sentido siniestro nos conduce a las “cosas ocultas” que solamente se encuentran en la mente de unos pocos, cuando precisamente una de las razones de ser de los sistemas democráticos, apela a la transparencia, en donde la sociedad sepa qué instituciones tiene, y qué no.

La opacidad es igual de sucia que el lodo que abrazaba amorosamente las llantas de la comitiva gubernamental, sumergiendo más y más un vehículo que representa la más importante de las instituciones republicanas, a sus fuerzas de seguridad y la población sacudida por la tragedia, que en todo momento debe de tener en sus representantes a figuras que además de firmes, ostenten la salud de un país que en mucho apela a ellos para su estabilidad, fundamentalmente en momentos de consternación, en donde allí sí, es Jefe del Estado, es seriamente una “fuerza moral” capaz de unirnos.

La eficiencia es un principio básico en la legitimidad de cualquier gobierno soberano. Si atendemos a la teoría fundante del sistema político vigente, como es el contractualismo, el acuerdo entre las personas y la autoridad, se logra cuando el gobierno se compromete a cuidar tanto de la vida privada, como de la propiedad de las personas que, a cambio, acatan las leyes establecidas en su nombre, administradas por quienes ellos mismos deciden. Faltar al Contrato Social es un punto de inflexibilidad innegociable. Cuidar al pueblo es un deber, y si se tenía la información de un riesgo real, no puede argumentarse la supuesta sorpresa.