Hacer las cosas de otra manera

En ocasiones intentamos resolver problemas a los que nos hemos enfrentado históricamente, tratando de aplicar una y otra vez las mismas estrategias de solución; como si en cada nuevo intento algo fuera a cambiar "por arte de magia" y de repente la solución que nunca antes había funcionado, pudiera resolver finalmente el problema.

Este esquema no suena del todo racional y, sin embargo, suele presentarse reiteradamente en distintos ámbitos de la actividad humana. Tanto en lo privado como en lo público.

En este último caso, en mi opinión, esto resulta más grave. El estado existe y fue creado para resolver, mediante estrategias de carácter general, diversos problemas sociales de amplia dimensión. Así es que, sin duda, como un ente encargado de solucionar problemas, debe contar con la capacidad de encontrar nuevas ideas para solucionar viejos problemas.

En la evolución del estado moderno, figuras como la democracia, los derechos humanos, la transparencia, el combate a la corrupción, se van incorporando a la "receta" del estado actual, con el fin de ir mejorando sus componentes, optimizar sus resultados y sobre todo, procurar acercarse lo mejor posible al cumplimiento de los fines para los que fue creado.

Las nuevas ideas siempre resultan importantes. No podemos resolver un problema o situación social, con las mismas herramientas y en las mismas condiciones en las que el problema surgió.

Pero además de ello, en distintas ocasiones, las "herramientas" que hemos construido las sociedades para enfrentar determinadas situaciones. Llevamos más de dos milenios encerrando en prisiones a quienes vulneran gravemente alguno de los valores o bienes protegidos por la sociedad. Pero esa dinámica ha demostrado no ser eficaz para acabar o disminuir la comisión de delitos. ¿No podríamos intentar hacer algo distinto?

En ciertos casos, parecería que las sociedades siguen usando herramientas primitivas (hechas de piedras, palos y huesos) para atender necesidades que no existían cuando se crearon esos instrumentos (y que hoy podrían enfrentarse con herramientas más modernas).

El buen gobierno implica la solución eficiente de problemas, con el menor recurso disponible (optimización) de tal forma que requiere un gran esfuerzo, pero también una gran sensibilidad y capacidad de hacer cosas nuevas y mejores.

No se trata solo de ahorrar recursos, sino de aplicar los necesarios para atender y resolver necesidades colectivas. Los servidores públicos tenemos la obligación de intentar por todos los medios, cumplir con las funciones encomendadas, de manera eficiente y sin improvisaciones. Innovar y mejorar.

Yo creo en el valor de la innovación, pero también creo que es posible, útil y conveniente, en algunos casos, intentar hacer las cosas de otra manera.

Flor de Loto: No es lo mismo hacer lo que nunca se ha hecho (innovación) que hacer lo mismo de siempre, pero en otra forma.