In memoriam

El destino quiso que uno de sus sueños coincidiera con los inicios del #Covid19 en Europa. Arribó a España proveniente de la CDMX en febrero. Recorrió aquel país entre júbilo y pasión, para después partir a Italia y así continuar mirando con sus propios ojos las maravillas de la humanidad. En tanto, los medios de comunicación informaban sobre la gran embestida que sufría el norte de Italia por la pandemia.

Coincidentemente, cuando el gobierno italiano anunciaba una cuarentena obligatoria por regiones en aquel país, ella ya volaba a Francia. Su paso por la región gala le permitió seguir serenando aquella sed insaciable que suele acompañar a las juventudes por conocer el mundo: sus paisajes, sus sabores, su arquitectura y aquella extraña sensación adictiva que se experimenta por primera vez al convivir con una sociedad que no es la propia.

Decidió regresar a España a mediados de marzo para cerrar el ciclo, en esa ocasión, su estancia fue breve, al tiempo que el mundo se enteraba de que al igual que Italia, Francia sufría ya contagios masivos en diversas regiones orillando a los políticos de aquel país a la posibilidad de “declarar un estado de emergencia”.

Curiosamente, y horas antes de volar de regreso a la CDMX, España entraba en una curva exponencial de contagios por #Covid19 obligando al gobierno español a “decretar un estado de alarma” que imponía una cuarentena nacional.

Por aquellos días, ya los Estados Unidos de América habían decretado el cierre de vuelos provenientes de la Unión Europea durante un mes. Por lo que se esperaba que, como consecuencia de ello, México adoptara políticas preventivas en sus aeropuertos para “cerciorarse” que los pasajeros provenientes de España, Italia o Francia no presentaran síntomas de la pandemia.

Contrario a toda suposición lógica, y para sorpresa de todos los pasajeros provenientes de aquel vuelo Madrid – CDMX de mediados de marzo, se toparon con que a su llegada al aeropuerto internacional “Benito Juárez” no hubo un solo stand sanitario que les sugiriera previsiones. No obstante, horas posteriores, España y Francia confirmaban “emergencias sanitarias totales” por el avance de contagios exponenciales.

Ya en la CDMX, ella concluyó el inició de su propia “cuarentena” preventiva. Pasaron catorce días sin síntoma alguno. Empero, tal cual reloj suizo, durante la madrugada del día quince su cuerpo presentó un dolor de garganta y fiebre inusual presagiando lo peor. Fueron momentos de pánico y angustia. En tanto que en México se polemizaba aquella frase histórica que dicta que la pandemia “nos vino como anillo al dedo”.

La urgencia nos llevó al diagnóstico médico del Dr. Gutiérrez quien, atendiendo a la incertidumbre y el miedo por lo desconocido, despejó la posibilidad de que ella hubiera contraído el #Coronavirus, pues solo había sido víctima de la infodemia. Pero sin duda fueron sus palabras, sus recomendaciones médicas y su acompañamiento las que hicieron de ese instante un alivio que culminó con una sonrisa y un breve llanto de alegría. Al tiempo, paciente y médico se despidieron. La primera, acatando al “Gran Confinamiento”. El segundo, a luchar por la vida de decenas de pacientes que atendió sin miramientos durante los siguientes meses.

Hoy, después de esta breve crónica sobre el suplicio de la humanidad ante el #Covid19, son miles de médicos, enfermeras y trabajadores del sector salud en el mundo que ya no nos acompañan. La “nueva realidad” nos exige un minuto de silencio, la bandera a media asta, y el reconocimiento total, de que la humanidad sigue y seguirá en pie gracias a que las y los integrantes del sector salud se encuentran ahí: firmes y dignos.

Vladimir Juárez. Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204