La transparencia sigue

Primero fue IFAI desde 2002 y luego transformado en INAI en 2010. La institución encargada de la transparencia en México nunca dio el estirón esperado, involucrar a la mayoría de los mexicanos en este ejercicio para tener cabal acceso a la información pública; explica que la gente no haya salido a la calle a defenderla, como sucedió con el INE.

De acuerdo con cifras del INEGI, en 2022 el instituto apenas recibió 2 mil 602 solicitudes de información en un país de alrededor de 130 millones de habitantes. Prácticamente nada.

Entre todos los organismos de transparencia, los que hay en los 32 estados, recibieron en ese mismo año 19 mil 233 solicitudes, muy por encima del INAI.

Los comisionados en ninguna etapa lograron que la sociedad se interesara en el tema y tampoco se preocuparon que ocurriera. Se conformaron con una clientela conformada por académicos, estudiantes, periodistas y servidores públicos. Para funcionarios y políticos se convirtió en un mecanismo para incomodar y exhibir a sus jefes, a sus propios compañeros y a los adversarios, para buscar desacreditarlos, desplazarlos por animadversión gratuita o para quitarles el lugar o encargo.

Además, las dependencias públicas se especializaron en negar, ocultar o entregar parcialmente la información. Se transformó en un proceso tortuoso, meses y meses para obtener lo solicitado.

Y el presupuesto para todas las instituciones de transparencia en 2022 fue de 2.3 mil millones de pesos. Del total, 43 % para el INAI y 57 % para las llamadas organizaciones garantes (estatales).

Demasiado dinero para escasos resultados en solicitudes de información.

La cultura de la transparencia se quedó muy por debajo de las expectativas, debido a la falta de creatividad y a los pleitos entre comisionados y funcionarios de dichas instituciones.

Las cifras no mienten.

Irreversible la decisión tomada por el gobierno de extinguir a una institución burocrática y onerosa, que cumplió a medias.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado en claro que para nada es su intención acabar con la transparencia del gobierno. El objetivo es hacer más efectivo el gasto en esta materia, sin que los interesados en conseguir información tengan que meterse a una maraña burocrática.

Para lograrlo, el plan de la Doctora es que en primer lugar la Secretaría de la Función Pública se transforme en Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, a cargo de Raquel Buenrostro.

La historia de la Función Pública no ha sido afortunada y mucho menos ha tenido el éxito deseado. Nació como Secretaría de la Contraloría en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado.

El entonces presidente (1982-1988) abanderó lo que llamó “renovación moral”, que tenía como propósito limpiar de corrupción el servicio público a través de la Contraloría.

Continuó la corrupción y la renovación moral sólo fue lema de campaña. De Secretaría de la Contraloría General de la Federación pasó a Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, después a Secretaría de la Función Pública y está en puerta la Secretaría Anticorrupción.

No es reto menor el que tiene la secretaria Raquel Buenrostro. Las instrucciones de la presidenta son precisas en el sentido de culminar el proceso de extinción del INAI, hacer real la transparencia gubernamental y no escatimar esfuerzo en la lucha contra la corrupción en nuestro país.

La transparencia seguirá con otra cara, otro plan.

Twitter y TickTock: @zarateaz1