Los drones y la guerra

El prolífico autor de obras de ciencia ficción, Isaac Asimov, predijo hace décadas en su novela Robots e Imperio que tarde o temprano las máquinas serían decisivas en la historia de la humanidad, hoy, con la guerra que se libra en Europa Oriental entre Ucrania y Rusia, parece cumplirse la sentencia del escritor ruso.

Para defenderse de los embates soviéticos, el ejército ucraniano utiliza drones, robots aéreos no tripulados operados a control remoto, para recabar fotografías de los convoyes blindados que avanzan hacia su capital, se apoya en satélites para ubicar las posiciones de las tropas enemigas en su territorio y tiene a los drones como su última opción de ataque.

Estamos frente al uso de la tecnología en un conflicto en su máxima expresión, en donde un soldado controla un aparato con la capacidad de vigilar y generar daño a las fuerzas invasoras, sin poner en riesgo su vida. Con estos actores dentro de las fuerzas armadas, empieza a cambiar la forma en que se libran las batallas y se dirimen los conflictos. Cierto, no es nada nuevo, ya los Estados Unidos habían hecho uso de drones para dar con el paradero de Osama Bin Laden y capturarlo, en 2011, pero ahora es otra faceta.

Las armas a distancia son políticamente y moralmente inaceptables. Las consecuencias de un país con un sistema de instrumentos letales autónomos para seleccionar y atacar un objetivo, son potencialmente catastróficas. Este tema lleva cinco años de discusión en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde la mayoría de sus miembros son detractores de su implementación, pero las grandes potencias militares negocian su aprobación y financian su desarrollo.

Ver a Ucrania salvaguardarse con drones, que pueden identificar y destruir un objetivo, es peligroso. Un claro ejemplo del avance en la adopción de las nuevas tecnologías es como la industria aeroespacial norteamericana ha dejado de lado el desarrollo de aviones de combate y volcado sus investigaciones en vehículos no tripulados; además, han dejado de entrenar pilotos de guerra y en su lugar reclutan jóvenes con destrezas en videojuegos.

Las potencias que promueven el uso de dichas tecnologías argumentan que a partir de ahora veremos robots en el frente, no a personas, evitando bajas y daños colaterales. Por su parte, los detractores argumentan que los robots no tienen sentido común, carecen de compasión y no toman decisiones basados en la intuición. Las órdenes, sobre todo, se componen de algoritmos programados y no se responden otras cuestiones importantes: ¿Qué ética y principios tiene la persona que maneja a estos robots? o ¿Bajo qué reglas morales se basarán?

Una guerra como la actual viene a replantear viejos paradigmas, donde seguramente observaremos en los próximos años un mayor uso de robots en problemas mundiales. Desafortunadamente, la tecnología está siendo usada para un objetivo contrario al que puede ser más útil: disminuir los conflictos bélicos.

Hoy todo el mundo está tan interconectado, y todos dependemos de todos, que en los conflictos ya no habrá ganadores, todos perderemos y mucho. Por eso debemos usar la tecnología para lograr la paz.

Mientras tanto, esperaremos.

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones por la UAM.

alejandro.delvalle@octopy.com