Tenemos vacuna. No la vayan a regar

Son buenas noticias, sin duda. Ahora es necesario blindar la estrategia frente a algunos de los peores males que se han enfrentado en todos estos meses de la pandemia: la desinformación, las falsedades, la tergiversación, la manipulación y el ocultamiento de los datos.

El gobierno es el primer obligado a la transparencia y la rendición de cuentas en todos los aspectos relacionados con la vacunación y su estrategia, desde la compra de los millones de dosis, hasta las evaluaciones técnicas y científicas que respaldan la autorización de las diversas vacunas que se han comprado.

Incluso, es necesario que sepan comunicar las autoridades en términos muy comprensibles para el ciudadano común la biotecnología que hay detrás de cada vacuna que se aplicará. El rigor científico y técnico no tiene que estar divorciado de la sencillez del lenguaje.

Pero el gobierno no es el único que debe cuidar lo que dice. También a nivel individual es necesario que cada uno actúe con responsabilidad para informarse de fuentes confiables y no participar de la difusión de rumores o francas mentiras, porque el daño no será a un gobierno, sino a la salud de todos.

A estas alturas todavía hay quienes creen que la Covid-19 —o “bicho”, como le llaman algunos— es una mentira, producto de tramas y conspiraciones con fines de control político y sobre todo económico.

Los usuarios de redes sociales que tienen un alto nivel de influencia en sus miles o millones de sus seguidores también tendrán que demostrar su responsabilidad frente al inminente proceso de vacunación, pues no se trata de apoyar o descalificar a priori y sin argumentos una estrategia gubernamental por el solo hecho de seguir sus respectivas afinidades y preferencias políticas.

Lo mismo aplica para quienes respaldan a este gobierno, pues la salud de todos es tan valiosa que no puede asumirse de manera acrítica todo lo que hace una autoridad. Siempre será mucho más benéfica la duda, en vez de asumir como propios los argumentos o justificaciones de otros.

Se encuentran mayores argumentos para respaldar a un gobierno cuando se conocen sus motivaciones y se está seguro de la solidez de sus fundamentos legales, científicos o incluso morales, en vez de ofrendarle una fe ciega o meter la mano a un fuego en el que tarde o temprano saldrán quemados porque nadie es infalible.

Lo más lamentable que podría ocurrir ahora es tener a nuestro alcance un camino de salida a esta pandemia que ha causado severos estragos económicos y anímicos a todos y en vez de aprovecharlo, acabe dinamitado con los incontables tipos de odios que cada vez circulan más en las diversas plataformas y canales de comunicación; no solo en las redes sociales, también la comunicación a nivel familiar y comunitario hay severas deficiencias.

Están ya los primeros tipos de vacunas aplicándose en Reino Unido y pronto en México. En los siguientes meses se sumarán las desarrolladas por otros laboratorios y centros de investigación del mundo. ¿Qué podría salir mal? Todo, porque el ser humano es falible y no sería extraño que vuelva a practicar su deporte favorito: tropezar, una vez más, con la misma piedra de la desinformación.