Ante la emergencia de la globalización, al despuntar el siglo inició un serio debate sobre la urgencia de garantizar la continuidad del legado vivo de las comunidades alrededor del mundo; fue así que, en 2003, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), aprobó la Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI).
A 20 años, nuestro país pondera y debate la implementación de esta norma internacional, la cual ratificó en 2006. Para ello, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México ha organizado diversas actividades en el marco de la campaña “¡México celebra el #PatrimonioVivo con la Unesco!”, entre las que destaca la “Jornada a 20 años de la Convención de 2003: contrastes en la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial”.
El director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, inauguró este encuentro que la institución lleva a cabo en colaboración con la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), en el Museo Nacional de las Intervenciones, Ex Convento de Churubusco, los días 8, 9 y 10 de noviembre.
En su mensaje señaló que la Convención de 2003 “puso énfasis en la diversidad de las expresiones culturales, el reconocimiento de que ninguna de estas manifestaciones es más importante respecto a otras, la búsqueda de espacios de interculturalidad para la comprensión de estas formas distintas de ver el mundo, y la idea de que el Patrimonio Cultural Inmaterial es y debe ser un vehículo de paz”, sostuvo el antropólogo.
En ese sentido, resaltó el reciente decreto presidencial que protege, reconoce, preserva y salvaguarda los lugares y sitios sagrados, así como las rutas de peregrinación de los pueblos wirárika, náayeri, o’dam y mexikan (huicholes, coras, tepehuanos y mexicaneros), el cual refleja la correspondencia entre el paisaje y la ritualidad, de ahí que una de las seis mesas que integran el programa estará dedicada al patrimonio biocultural.
Para el titular del INAH, si bien México cuenta con diez elementos inscritos en la Lista Representativa del PCI, estos no deben acumularse en un afán de prestigio. Lo importante es garantizar la reproducción generacional de estas tradiciones, bajo el entendido de que evolucionan, por lo que se habla en términos de salvaguardia y no de conservación.
“Hay que salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial: todas aquellas expresiones, valores, saberes, conocimientos, que representan factores de identidad, cohesión social y orgullo de pertenencia para nuestras comunidades. Al centro, como resalta la Convención de 2003, están los portadores”, manifestó Prieto Hernández.
Al respecto, la representante de Unesco en México, Cynthia Santoyo, consideró que, en la presente jornada, deberá reflexionarse en la participación de base comunitaria, que lidera la salvaguardia de esta herencia, “y que hará frente a los desafíos que padece la sociedad actual y sus necesidades”.
Para ello, concluyó, “debemos comprometernos todas las instancias gubernamentales, organismos internacionales y sociedad civil, y no solo aquellas que refieren a la labor cultural. Recordemos que la cultura es la piedra angular que contribuye a la conservación de la paz y la seguridad, a través de ella lograremos un desarrollo sostenible, encaminado a la inclusión social, protegiendo y promoviendo los derechos humanos”.
Imagen: INAH