Discutimos, arrebatamos, marchamos y la reforma va

Y más recientes aún los ecos de los Foros de Parlamento Abierto organizados y auspiciados por la Cámara de Diputados, a los que invitaba se invitó de manera muy “convincente”: “Cónectate con el debate de la Reforma eléctrica”. Y sí, quedó en eso, una conexión para exponer y debatir sin resonancia. Fueron 25 foros entre enero y febrero de este año, y las participaciones “más importantes” casi llegaron a sumar dos centenas. Solo eso.

Y luego. El anuncio que la reforma a tres artículos de la Constitución para fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y por consecuencia también a Pemex, se volvería a discutir en las comisiones unidas de Energía y Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados en abril. A lo que le siguió el obvio preludio, manifestaciones, “dicen”, de acarreados que apoyan la reforma del Ejecutivo.

Familias enteras que llegaron en camiones a las inmediaciones del Monumento a la Revolución, en la Ciudad de México, con su respectivo “sandwich, naranja y agua” y su respectivo apoyo económico por haber pedido el día, y que al preguntarles sobre el contenido de la reforma solo atinaban a decir que “AMLO no está solo”.

Así, o más claro que el Parlamento Abierto sirvió menos de lo que sirve una llanta cuadrada en un auto de carreras. De los discursos oficialistas como el de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, al clausurar los foros, no pasaremos, está visto.

Ella se dirigió al Congreso y les recordó que en enero de 2019 el 55% de la energía era despachada de la CFE, pero en los últimos tres años infraestructura por 6,300 megawatts de energía intermitente entró en operación, producto de las subastas de largo plazo, además de 7,500 megawatts de nueva infraestructura de privados de permisos anteriores otorgados por la Comisión Reguladora de Enegía (CRE).

Por lo que se han pagado alrededor de 6 mil millones de pesos a los productores privados de energía renovable para la adquisición de sus certificados de energía limpia, es como la CFE, que consume estos CEL, ya ha financiado por lo menos la mitad de la capacidad instalada por estas subastas, por la obligación que tiene de comprar mediante este mecanismo, además de toda su transmisión y distribución de la energía.

“Todo esto lo carga la CFE y los consumidores y no sólo ha sido el costo sino que en el orden de despacho se obligó por ejemplo a despachar las hidroeléctricas hasta el sexto lugar fuera de toda lógica y beneficio económico”, acusó Nahle. Lo que no dijo es que la base de esta apertura fue que ni Pemex y mucho menos CFE tenían la capacidad de hacerlo, y fue la manera que se encontró de atraer inversión al país para hacerlo y cubrir las necesidades de generación.

Obvio que la inversión de privados debe ser rentable, deben cobrarse por lo que se hizo y ese fue el acuerdo, la compra de los CEL. Ganar-ganar… Ahora la reforma abre la posibilidad para que la CFE con toda esa infraestructura ya creada sea el máximo generador, distribuidor y cobrador de la energía, sin importar el cómo o de dónde, y además sin transparentar sus recursos.

Los que puedan, si pueden, deben comprometerse para si cambiar comas a la Ley, y corregir el fortalecimiento de la CFE para operar sin mecanismos de rendición de cuentas que no garantizan la transición hacia energías limpias.

De ahí que ya sea nombrada como Ley Bartlett. Mmm, ¿así quieren hacer historia?