El Hospital General de Sinaloa: una promesa inconclusa

En marzo de 2018, el exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, anunció con gran entusiasmo la construcción de un nuevo Hospital General que ofrecería servicios médicos de calidad a la población. El proyecto prometía una mayor capacidad y equipamiento moderno, con áreas especializadas en diversas ramas de la medicina, como cirugía general, traumatología, pediatría y cardiología, entre otras.

Con una capacidad planeada de 120 camas y una inversión aproximada de 2 mil millones de pesos, el Hospital General se convirtió en una de las obras insignia del exgobernador. Sin embargo, a pesar de que la construcción inició en octubre de ese mismo año, el edificio aún no ha podido ser ocupado debido a una serie de problemas estructurales que no fueron revelados en su momento.

Cuando la administración encabezada por Rubén Rocha Moya intentó ocupar el edificio en 2021, se detectaron múltiples inconvenientes. Los aires acondicionados no funcionaban correctamente, los ductos de ventilación presentaban problemas, las plantas tratadoras de aguas negras no operaban adecuadamente, ciertas unidades estaban mal ubicadas y faltaba equipamiento en áreas críticas como Terapia Intensiva y Urgencias. Además, el hospital carecía de sistemas de seguridad y equipo hospitalario necesario para su correcto funcionamiento.

El costo inicial de construcción fue significativo, pero adecuar y completar el hospital requerirá aún más recursos, esfuerzo y, sobre todo, tiempo. Ante esta situación, el gobernador Rubén Rocha Moya ordenó una investigación para evaluar la situación del inmueble.

Aunque el proceso de diagnóstico y evaluación sigue en curso, la Secretaría de Salud ha reconocido que no se dan las condiciones para que el hospital comience a operar este año. El secretario de Salud, Cuitláhuac González Galindo, lamentó la situación y mencionó que los problemas estructurales fueron aceptados por quienes diseñaron los planos y supervisaron la obra. Sin embargo, una vez que el proyecto fue aceptado, la responsabilidad pasó a manos del gobierno estatal, que ejecutó la construcción y dejó como herencia este problema sin resolver.

Si bien se sigue trabajando para determinar las necesidades y los recursos requeridos para poner en funcionamiento el hospital, las perspectivas de que esto ocurra este año son remotas. Aunque se espera ir solventando los problemas gradualmente, no se puede comprometer una fecha precisa de inicio de operaciones.

El Hospital General de Sinaloa se ha convertido en una promesa inconclusa para la población que espera ansiosa poder acceder a servicios médicos de calidad. Es necesario que las autoridades trabajen diligentemente para resolver los problemas y cumplir con la promesa de brindar atención de salud adecuada a la comunidad.