Gran Teatro Nacional, la historia de un recinto digno del arte

Por Óscar Antonio Roa

Tiempo antes de la construcción del famoso Palacio de Bellas Artes, el centro cultural más importante del país era el Gran Teatro Nacional, el cual fue demolido entre 1900 y 1901 para ampliar la avenida 5 de mayo en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

A mediados del siglo XIX existían pocos teatros en el territorio nacional, ante esta escasez de centros culturales dos hombres decidieron tomar cartas en el asunto; el primero, Francisco Abreu, un empresario guatemalteco fuertemente influido por la arquitectura, de la cual aprendió en la Academia de San Fernando de Madrid, España; el segundo, el arquitecto responsable de semejante obra, don Lorenzo de la Hidalga, especializado en la corriente arquitectónica del neoclasicismo italiano.

Este monumento al arte estuvo presente desde 1844, por lo cual fue testigo de múltiples eventos históricos de la historia de nuestro país, incluso llegó a tener distintos nombres según el contexto político de la época, por ejemplo, durante el período presidencial de Antonio López de Santa Anna, fue llamado Teatro de Santa Anna; posteriormente, cambió a Teatro Vergara, pasando durante la etapa del Segundo Imperio Mexicano como el Gran Teatro Imperial y; finalmente, en el porfiriato adquiría el nombre de Gran Teatro Nacional.

Considerado como la máxima obra del arquitecto De la Hidalga, este recinto consistía en un espacio destinado a albergar los mejores espectáculos de la época, entre óperas, danza, dramas, comedias, etc. También, era un lugar digno de competencia con los grandes inmuebles internacionales, a pesar de no tener una ornamentación churrigueresca, pero teniendo las mejores condiciones para la comodidad de los espectadores, así como de los artistas en escena; incluso, tenía a su disposición dos complejos, un hotel y un restaurante.

Siendo una de las principales obras arquitectónicas representativas de México, compitiendo con la herencia colonial, es evidente que, solo un recinto como el Palacio de Bellas Artes podría sustituir a esta gran construcción.

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