Por Ricardo Burgos Orozco
Hacía mucho, quizá años, que no visitaba a la estación Tasqueña de la Línea 2. La semana pasada fui a ver a un amigo a la colonia Campestre Churubusco y tomé el Metro desde Zapata, de la Línea 3, llegué a Ermita y luego hacia Tasqueña. Bajé como si fuera turista, viendo para todas partes como si no la conociera. Pasa el tiempo y sigue estando igual, aunque ahora veo más gente y se ven viejas las instalaciones.
Todavía me acuerdo, como si fuera ayer, que Tasqueña fue la primera estación del Metro que conocí cuando era un chamaco. Mis papás nos llevaron a una de mis hermanas y a mí al Zócalo y por supuesto a conocer ese monstruo naranja, que tenía poco tiempo de haberse inaugurado. En aquella ocasión, íbamos como con juguete nuevo porque todo nos parecía maravilloso, hasta esa forma tan moderna, que no conocíamos, de entrar con un boleto a través de torniquetes. Todo lo veíamos con la boca abierta y pelando los ojos. En aquel entonces, había poca gente, no el mundo que hay ahora.
En alguna ocasión en este mismo espacio, platiqué que la visita a la Catedral Metropolitana fue un desastre familiar; por mi distracción de toda la vida, caminaba en el interior del recinto religioso tomado de la mano de mi papá, cuando en un descuido, mi frente se estrelló contra una esquina de un gran féretro de Jesús, me descalabré, la sangre salió a chorros, me atendieron, no recuerdo quienes, y mis papás prometieron nunca más volver a salir conmigo. La cicatriz la conservo de recuerdo para siempre.
De todo eso me acordaba cuando recorría Tasqueña otra vez. A la salida hay un enorme tianguis que está desde la reciente ocasión que estuve ahí. Venden de todo. Enfrente está la Central de Autobuses del Sur desde donde mucha gente sale hacia Acapulco y otras poblaciones de Morelos y Guerrero, principalmente. Pasé por ahí y como es época de vacaciones hay muchos viajeros, familias enteras con sus maletas.
Caminé por la avenida Taxqueña, que le da nombre a la estación del Metro, pero nunca he podido saber porqué la terminal se llama Tasqueña con S y la calle, Taxqueña con X. Me parece que es un gran error que nunca corrigieron las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo de aquel entonces. No veo otra razón.
Otro misterio que logré aclarar tras esta reciente visita a Tasqueña es el significado del icono de la estación, que es una Luna en cuarto menguante. La historia oficial en la página del gobierno de la Ciudad de México es la siguiente: “se dice que los lugareños tomaban como referencia la Panadería La Luna”. La mayoría de la gente ni siquiera entiende el significado de ese nombre porque hace años que ya no existe ese comercio.
En los años setenta viví en la Delegación Tlalpan. Ahí estuve los primeros años de mi infancia, en dos o tres vecindades de la época. La panadería La Luna estaba en una zona llamada Huipulco, a unas calles de Tasqueña, aunque no muy cerca; en aquel tiempo no había centros comerciales y ese establecimiento era el centro de compra de todos los habitantes tlalpenses porque no solamente vendía pan –que fue su oferta original --, sino mercancía de primera necesidad, leche, alimentos, productos básicos, utensilios de cocina y hasta ropa a precios muy bajos.
Ahí nos surtíamos toda de la gente del pueblo y sus alrededores, sin exagerar. No había habitante de Tlalpan y de muchos lugares del entonces Distrito Federal, que no conociera La Luna; a un lado estaba El Naranjito, una cafetería donde se reunían los jóvenes para “echar novio”; La imagen de la Panadería La Luna era precisamente una Luna en cuarto menguante, idéntica al ícono de Tasqueña. Ojalá alguien del Metro pudiera explicarme la razón por la cual las autoridades del Metro, en su momento, tomaron una referencia tan lejana para diseñar el icono de la estación Tasqueña. Ni siquiera están en la misma alcaldía porque la terminal está en Coyoacán.
Hace muchos años desapareció la panadería y centro comercial La Luna; ahora hay una tienda Elektra y a un lado el Banco Azteca. Increíble, pero sigue estando El Naranjito y más adelante el almacén de ropa El Gran Sol. Mucha gente le sigue llamando La Luna a la glorieta donde estaba la panadería. Eso sí, lo que era una zona tranquila en mis tiempos de juventud, actualmente el tránsito es caótico toda la semana y por supuesto, hay miles de personas que van y vienen.
De regreso de la casa de mi amigo, igual en el Metro, pensé que quién sabe cuándo vuelva a visitar Tasqueña.