Columnas
Por Erika Solorio, activista de derechos humanos, asesora política, comunicóloga social. Mtra. Administración y Políticas Públicas con Enfoque en Gestión Política.
El derecho humano a la educación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes no debe ser violentado, todas las personas deben ir a la escuela, merecen adquirir conocimientos. Resulta impostergable.
El Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques se conmemora cada 9 de septiembre desde el 2020. Esta fecha fue establecida para crear conciencia sobre la importancia de proteger la educación en situaciones de conflicto y para recordar a los países la necesidad de garantizar ese derecho, incluso en tiempos de guerra o crisis.
El presente y el futuro de las y los estudiantes no tiene que ser violentado, hay que garantizar el acceso a la educación; las próximas generaciones tendrán que continuar trabajando para tener un mundo más sostenible.
La protección de la formación es crucial, ya que las escuelas deben ser espacios seguros para el aprendizaje. La humanidad necesita un mundo en paz.
Este día también busca destacar el impacto devastador que los ataques a las instituciones educativas tienen en los niños, las comunidades y el desarrollo de las sociedades.
Los actos de violencia, como los bombardeos de escuelas, el reclutamiento de niños soldados y el acoso a estudiantes y maestros, son violaciones graves que impiden el acceso a la educación.
Por ello, organizaciones internacionales y gobiernos trabajan para crear políticas públicas y leyes que aseguren un entorno seguro para el aprendizaje. Es importante tomar acciones para visibilizar y abordar esta problemática, así como para promover la paz y la seguridad en contextos educativos.
“Con los conocimientos, las capacidades y el apoyo adquiridos mediante la educación, las diferentes generaciones pueden superar las crisis y conducir al mundo hacia un futuro sostenible. Esto resulta particularmente evidente para los grupos vulnerables, como las niñas, las personas migrantes, refugiadas y aquellas con discapacidades”.
“Los centros educativos deberían ser un refugio seguro para los niños y las niñas, los estudiantes y el personal docente. Sin embargo, con demasiada frecuencia, los lugares donde aprenden, se convierten en objetivos directos o en daños colaterales en entornos afectados por conflictos”, (ONU, 2024).
La educación es un derecho humano esencial, y su protección debe ser una prioridad en cualquier parte del mundo. No podemos permitir que las niñas y los niños continúen abandonando las escuelas.