Inexistente el empoderamiento de la mujer, sin independencia financiera

¿Cómo serían las cosas si las mujeres hubiéramos tenido mayor participación en la vida financiera? Históricamente, las mujeres no hemos participado en la economía de la misma manera en la que lo han hecho los hombres. Este panorama está cambiando, cada vez más mujeres se integran en el mundo financiero, ocupando posiciones de liderazgo y participando en la toma de decisiones.

Por ejemplo, en la industria fintech, las mujeres están dirigiendo cambios no solo a nivel regional, sino a nivel mundial. De acuerdo con un estudio realizado por el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) y Finnovista, en América Latina el promedio de una startup fintech con una mujer fundadora o cofundadora creció de 35% en 2018 a 40% en 2020, es decir, una de cada tres fintechs está liderada por una mujer. En México, la cifra es de 33%, un porcentaje más alto que en otras entidades financieras más tradicionales.

¿Cómo podemos lograr que más mujeres ocupemos estas posiciones? Para que tengamos más independencia financiera y participación en la toma de decisiones, no es suficiente tener productos rosas (artículos de color rosa dirigidos a mujeres), debemos tener acceso a la educación financiera. Hoy por hoy, nuestro nivel de conocimientos financieros es más bajo que el de los hombres, esto se debe a que existe un nivel más bajo en nuestra educación financiera y a una serie de normas sociales que dificultan nuestra capacidad para dedicar tiempo al aprendizaje sobre finanzas.

Sin embargo, esto se contrapone al hecho de que las mujeres controlamos 80% o más de los gastos del hogar. La realidad es que tenemos conocimientos financieros y los aplicamos todos los días. Incluso, hay investigaciones que demuestran que somos mejores clientas financieras, ya que tendemos a pagar por adelantado, tenemos menos impagos y la cifra de mujeres en casos de fraudes financieros es menor.

Ya lo dijo el autor Idowu Koyenikan, “cuando el dinero se da cuenta de que está en buenas manos, quiere quedarse y multiplicarse en esas manos”. Por ello, es urgente que las mujeres entendamos cómo funciona el dinero, no podemos hablar del empoderamiento de la mujer sin independencia financiera. Es simple, la equidad de género no puede existir sin la educación financiera de las mujeres.

Un mayor número de mujeres empresarias supondría importantes beneficios para la economía y la sociedad - como reducción de riesgos y costes financieros, e incremento de tasas de inversión y ahorro - esto empieza por el acceso temprano a la educación financiera. El punto de partida para construir esos cimientos está en la escuela secundaria o en la universidad pero muchas escuelas no ofrecen educación financiera como parte del plan de estudios. Los planes de estudio se están quedando cortos en cuanto a bienestar financiero, dejando a mujeres y hombres jóvenes con una capacidad limitada para tomar decisiones financieras acertadas.

Iniciar la educación financiera a una edad más temprana nos situaría en el camino correcto. Cuando somos jóvenes, aprendemos, retenemos y nos adaptamos mejor a nueva información, así que si iniciamos la educación financiera en nuestra infancia nos daría más posibilidades de tener esas habilidades en la adultez. Recordemos que en la infancia es cuando adquirimos buenos y malos hábitos; si no los corregimos, se arraigan y se trasladan a la edad adulta.

Debemos tratar de ampliar el acceso a la educación financiera y apoyar las posibilidades de éxito de las mujeres. Si más mujeres aprenden estas habilidades, las familias podrían romper el ciclo de la pobreza generacional, y más mujeres con perspectivas más diversas pueden entrar en el liderazgo. Los conocimientos financieros son el punto de partida para construir la vida que deseamos.