Monotonía y seguridad

Se ha tornado costumbre atestiguar las atrocidades cometidas por los criminales y escuchar a las autoridades decir que se hará todo para investigarlas, sancionarlas y evitarlas. Digamos que el problema de violencia e inseguridad, en vez de mover a la acción, genera monotonía y hartazgo.

Se torna vigente “aquella peculiar sensación, como soñada y también como de pesadilla de que todo se mueve y no se mueve nada, de cambiante permanencia que no es sino un constante volver a empezar y una vertiginosa monotonía”, como escribió Thomas Mann en La montaña mágica, cuando se ponen a la mesa los desafíos y perspectivas en seguridad y combate al crimen.

No siempre fue así. Hubo tiempos en que artífices del combate al crimen dotaron de frescura el tema a grados de hacer que millones se interesen en sumar a la causa.

Fue el caso de John Edgar Hoover (Washington D. C., 1 de enero de 1895- 2 de mayo de 1972) primer director de la Oficina Federal de Investigación de los Estados Unidos, hoy FBI, cuya historia comenzó en 1924. Hoover fue forjador de la modernización en las tareas de investigación policial, esas que en México pretendieron establecerse apenas en la reforma constitucional de 2008, pendientes en centenares de corporaciones municipales y estatales, y abruptamente interrumpidas en el ámbito federal recientemente.

Por citar alguna de sus ideas, solía decir: “Ninguna cantidad de agentes de la ley puede resolver un problema que se remonta a la familia.” Palabras que nos recuerdan que no es relevante el estado de fuerza de las corporaciones, si algo en el núcleo social fundamental no se corrige. La actual administración insiste en ello y la presenta como innovación, aunque en realidad muchas administraciones previas hicieron propio el postulado de Hoover y apostaron a esquemas preventivos antes que reactivos, sin mucho éxito.

También estableció: “el arma más efectiva contra el crimen es la cooperación”. Hoy, la cooperación continúa como pendiente en la agenda. Se procura, no se concreta. Se han desestimado modelos de cooperación por haberse concebido en otras administraciones. No se aprende del pasado. Se le dinamita para volver a edificar bases de cooperación contra el crimen desde cero, de conformidad con el credo político vigente. De sobra está decir que eso ha favorecido el crecimiento de cárteles y manifestaciones criminales al calor de la falta de continuidad en la cooperación para hacerles frente.

Recientemente, otro personaje rompió la monotonía referida al inicio del presente texto. El Gral. Oscar Naranjo, el más importante director que ha tenido la Policía Nacional de Colombia, afirma: “cualquier política de seguridad debe tener como centro de gravedad, como valor supremo y sagrado, proteger la vida de los ciudadanos. Y para esto no bastan políticas, eslóganes o frases impactantes, esas frases se deben traducir en protección real de la vida de los ciudadanos.”

Naranjo promovió la “gerencia del servicio policial” y llevó la doctrina de formación a niveles que le valieron reconocimiento mundial. Rompió la monotonía en el momento preciso, cuando su país recibía los embates de una criminalidad organizada que se negaba a ceder terreno.

Necesitamos pues romper la monotonía y entusiasmar a millones para lograr la anhelada colaboración y la necesaria continuidad en los aspectos medulares de la política de seguridad púbica y procuración de justicia.

¿Alguien se atreve?