Relación entre un balón y un cable de luz

Hace unos días el jefe del Ejecutivo, hoy en su primera gira dentro de la nueva normalidad y el mapa del país en semáforo rojo por la pandemia Covid-19, afirmó que las instituciones reguladoras existen con “un exceso de autonomía, sin supervisión de nadie y es necesario pedirles permiso para todo”.

Me atrevo a comentar que nuevamente los asesores del Presidente dejan cabos sueltos y se limitan para informe sobre cómo funcionan algunas cosas en este país de instituciones.

El primer punto es que los órganos reguladores, como en la mayoría de los países del mundo, surgieron con el desarrollo de la industria y su enajenación, llámese el fútbol, las artes, el sistema financiero, la energía, el turismo, la manufactura y minería, por mencionar algunos de una lista sin fin.

La historia señala que en Europa, a partir de la Revolución Industrial, se instituyeron los primeros reguladores, una especie de despachos que hacían que la Ley se aplicara. Este es el segundo gran punto del tema. Cuando señala el primer mandatario que “no tienen la supervisión de nadie”, es cierto, carecen de eso porque están para que se aplique la Ley, el regulador no es una analista, un juez o un observador, no decide qué hacer, observa que con lo dictado para cada tema se actúe.

Y solo por mencionar algunas, la Federación Mexicana de Fútbol Asociación regula que se apliquen las reglas entre los dedicados a este deporte (como actividad económica), las autoridades y los propios aficionados que pagan por ver los partidos.

Por cierto, del deporte sexenal, el llamado Rey de los Deportes, el Beisbol, nada se ha dicho de un regulador aunque si de una dependencia, ahora seguro con nada de trabajo, la Oficina de Presidencia para la Promoción y Desarrollo del Béisbol en México (ProBeis).

Tres son quizá los reguladores más mencionados en los últimos días, la Comisión Federal de Competencia Económica y el Instituto Federal de Telecomunicaciones y el Instituto Nacional Electoral… tamaños los de éstos para hacer cumplir las leyes en cada una de sus áreas. Enfrentarse a los grandes monopolios y acaparadores de mercado y al gran dedo elector, es toda una proeza. Seguro por eso, la incomodidad.

En una videoconferencia, la International Chamber of Commerce, en voz de su presidenta María Fernanda Garza, puso el punto en la i: “Como lo visto con las energías renovables, o la cancelación de la planta de Constellation Brands; son acciones que sí están mermando la confianza de los inversionistas en México”.

Y la dejo hablar: “fundamental el tener una política de libre competencia, robusta, no solo por los tratados internacionales firmados por México, sino porque desde 2013 los órganos autónomos como la Cofece y el Ifetel han arrojado beneficios económicos”.

La Cofece, a través de sus investigaciones y sanciones de prácticas monopólicas, de prevenir la acumulación de poder de mercado en pocas manos ha obtenido para beneficio del país 18 mil 500 millones de pesos entre 2013 y 2019.

Solo un poco de información, solo eso.