"¡El enemigo no pasará!", afirma el comandante Ivan Glushchenko en medio de un paisaje de un blanco inmaculado. En esta base ultramoderna, en el Ártico ruso, las fuerzas de Rusia se preparan para hacer frente a la OTAN.
En el Ártico, región estratégica, rica en hidrocarburos y que se espera que desempeñe un papel creciente en el comercio mundial debido al cambio climático y al deshielo, los intereses de Rusia son contrapuestos a los de otros países, como Estados Unidos.
Antes de la cumbre del Consejo del Ártico, que se celebrará el jueves y en la que Rusia asumirá la presidencia rotatoria, el ejército ruso permitió el acceso a un grupo de medios de comunicación, entre ellos la AFP, a su base "Trébol del Ártico" en el archipiélago de Francisco José.
Aquí, a apenas 600 kilómetros del Polo Norte, los soldados de Moscú tienen la intención de quedarse para siempre. En un territorio de más de 14,000 metros cuadrados han construido, sobre las ruinas de antiguas instalaciones soviéticas, un complejo que puede funcionar de forma autosuficiente durante casi año y medio.
La base está equipada con una estación con depuradora y calefacción de agua, una central eléctrica, una clínica, un gimnasio, un cine, una sauna y una iglesia. Todo ello conectado por túneles con calefacción que permiten a los aproximadamente 150 militares no tener que salir al frío polar, a no ser que sea estrictamente necesario.
"Podemos comparar este complejo con una estación espacial, la única diferencia es que no se encuentra en órbita sino en el desierto ártico", afirma el general Igor Tshurkin, uno de los comandantes de la Flota del Norte, presente en el lugar.
Información: AFP
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