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Santiago Rebolledo, la inmortalidad del arte

Santiago Rebolledo, la inmortalidad del arte

Entornos martes 30 de junio de 2020 -

Por Óscar Antonio Roa

Se recuerda a un artista orgullosamente colombiano, pero con un amor entrañable hacia México. Falleció en su natal Bogotá, el pintor Santiago Rebolledo Arango.

Fue tocado por el arte desde su infancia, naturalmente, pues era hijo de un pintor, del cual aprendió una gran magnitud de cosas, solo era cuestión de tiempo, antes de que su propia curiosidad despertara y lo llevara a tomar un viaje hacia el corazón de nuestro país, Ciudad de México, donde radicaría por los siguientes 40 años de su vida.

Arribó en el año de 1975, su intención era descubrir los secretos del muralismo, aprender de él, de sus expositores, sobre todo, del país donde se inspiraron varios de los más grandes artistas de este movimiento. Su percepción cambiaría radicalmente para su beneficio, no solo aprendería lo esencial de este movimiento, en ese preciso momento se estaba formando una nueve corriente expresionista, lidereada por su maestro en la Escuela Nacional de Artes Visuales de San Carlos, perteneciente a la UNAM, Ricardo Rocha.

En principio, este grupo de artistas denominado SUMA, conformado por Mario Rangel Faz, Gabriel Macotela, Paloma Díaz, René Freire, entre muchos otros; buscaba desarrollar una nueva composición en el mundo del arte, basándose más en las características urbanas o en el uso del material encontrado en las calles o, por así decirlo, al alcance de las manos. Entonces, comenzaron a proponer nuevas técnicas, pintando sobre un telar con el uso de brochas o escobas, formando así figuras geométricas. Posteriormente, se utilizaron alcantarillas, banquetas, muros y soportes, como forma de un retrato de la imagen de una ciudad.

Lo anterior seguiría siendo plasmado por Rebolledo a lo largo de sus cinco décadas de trayectoria, cada día definiendo con mayor exactitud su paleta de colores, además de utilizar otro tipo de mecanismos como fotocopiadoras o mimeógrafos, detallando dos aspectos importantes dentro de su obra; el primero, el rompimiento con las formas tradicionales de enseñanza y técnica para desarrollar pintura; el segundo, resaltar la convivencia constante entre nuestro entorno diario, mejor dicho, la realidad misma y la forma en que el ser humano la expresa, es decir, el arte.

El grupo SUMA tomó un contexto sumamente político, debido a la situación de Latinoamérica durante la década de los setentas y, específicamente en México, la hegemonía en el poder de un solo partido político, llevaría a los pintores a desarrollar mayor cantidad de piezas pictóricas con motivo de protesta, apoyando a una lucha en contra del autoritarismo, sentada en una nueva ideología llamada la nueva izquierda.

Sin embargo, nuestro adoptado colombiano, sabría distinguir entre lo que sería un movimiento con duración esporádica dentro de un contexto histórico y la característica primaria del por qué se unió a dicho grupo, es decir, los ideales principales por los cuáles él formaría parte. De lo anterior se deriva, un logro evolucionado de la primera meta planteada por ese joven bogotano, desarrollar un estilo único, fuertemente influenciado por sus vivencias en Oaxaca, con tintes de los viejos barrios de Colombia, un fuerte amor hacia México y, por supuesto, arte dirigido hacia la población en general, cargada de crítica política hacia los diferentes contextos por los que la humanidad atraviese. ¡Hasta luego, Santiago Rebolledo!

Imagen: @museodelchopo


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JS/CR

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