Las alergias son una de las principales causas de atención en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) “Ismael Cosío Villegas” de la Secretaría de Salud; en 2022, de las consultas de primera vez, 14 por ciento correspondió a rinitis alérgica y asma.
Asimismo, de todas las alergias que se atienden habitualmente en el instituto, 50 por ciento corresponde a asma; 25 por ciento, rinitis alérgica, y 25 por ciento por otras causas patológicas como urticaria y dermatitis.
Las personas que no cuentan con seguridad social pueden solicitar atención médica gratuita en los hospitales generales de esta dependencia, para recibir diagnóstico oportuno y, de ser necesario, ser referidas a los servicios de especialidad.
Conforme a datos del INER, la alergia es una reacción exagerada a sustancias, generalmente no dañinas para la salud, como pólenes, alimentos y caspa de animales, que se denominan alérgenos, los cuales pueden inflamar la nariz, los ojos, pulmones, piel o sistema gastrointestinal.
La gravedad de las alergias varía; puede ser leve, en forma de irritación ocular o dérmica, o grave como la anafilaxia, que compromete la vida al afectar más de dos órganos.
La rinitis alérgica es una patología crónica con bajo riesgo de mortalidad; no obstante, con gran repercusión en el ámbito personal, ya que altera la vida de pacientes en el ámbito físico y psicológico. Además, tiene impacto económico por la discapacidad relativa.
El alérgeno más común es el polvo que se encuentra en peluches, alfombras, sillones, colchones y otros; está compuesto fundamentalmente por restos de animales, plantas y orgánicos.
Otros alérgenos que afectan a la población mexicana son pólenes de la familia del fresno, trueno, cedro, roble, olivo y pastos, que generalmente polinizan en temporada invernal; el moho y algunos alimentos como la proteína de leche de vaca y huevo.
Entre la población adulta, los alérgenos frecuentes son los cacahuates, nueces de árbol, pescados y crustáceos. Entre la población infantil, los desencadenantes de alergia más frecuentes son la leche, el huevo, cacahuate, nuez de árbol, soya y trigo.
En cuanto a los fármacos desencadenantes de reacciones alérgicas, están la penicilina y los medicamentos para aliviar el dolor como la aspirina y el ibuprofeno, que en un estado grave pueden causar crisis asmática o choque anafiláctico.
Cuando el sistema inmune detecta estas sustancias, intenta neutralizarlas. Esta respuesta causa una serie de reacciones físicas; entre ellas, la secreción de químicos como las histaminas que provocan comezón en la nariz, obstrucción nasal y estornudos frecuentes.
Entre los síntomas oculares se encuentran la comezón ocular, lagrimeo, ojos rojos y conjuntivitis; los pulmonares se identifican por tos seca, falta de aire, opresión torácica y sibilancias; y los dérmicos incluyen lesiones en la piel, ronchas y dermatitis.
El origen de la alergia es multifactorial, por lo que sólo se controlan con inmunoterapia, es decir, terapia a base de vacunas. Esta herramienta disminuye el uso de fármacos para la enfermedad y atenúa los síntomas. Sin embargo, los pacientes deben continuar en tratamiento, ya que existe la probabilidad de una nueva sensibilización a algún alérgeno.
Es recomendable que la o el paciente, en la medida de lo posible evite el contacto con el alérgeno y siga el tratamiento adecuado con medicamentos eficaces para controlar los síntomas.
Las alergias deben ser atendidas por especialistas en Alergología e Inmunología Clínica, quienes, mediante una serie de pruebas cutáneas o análisis de sangre, determinan las causas y el tipo de alergia; con base en esos resultados prescriben el tratamiento adecuado.
Imagen: Especial