Por Javier Torres
Costa Rica aparece como un enclave en medio de la pandemia que afecta al mundo. Es el país con menor incidencia y muerte en América.
Tras casi dos meses de haber detectado el primer caso de Covid-19, Costa Rica aún no tiene contagio comunitario, registra la tasa de mortalidad más baja de América (0.81%), más recuperados que casos activos y ha conseguido avances científicos en el estudio y el tratamiento del virus.
Según las autoridades sanitarias de ese país, hasta el día de ayer sólo 16 personas se encontraban hospitalizadas por coronavirus a nivel nacional, siete de los cuales se encontraban en terapia intensiva.
Desde el inicio de la epidemia únicamente acumulaban 719 casos y seis personas fallecidas.
Costa Rica cuenta con un robusto y universal sistema de salud, lo que garantiza que la gente tenga acceso gratuito a las pruebas del Covid-19, siempre y cuando cumplan con los parámetros establecidos para considerar a alguien como caso sospechoso.
Apenas detectó sus primeros casos -en dos turistas estadounidenses- Costa Rica comenzó a tomar decisiones. La más fuerte: el cierre de sus fronteras para extranjeros, un duro golpe para el sector turismo, uno de los motores de la economía del país y que prevé un caída del 27% para el 2020.
Costa Rica no ha establecido una cuarentena generalizada, pero sí ha ordenado restricciones a la circulación de vehículos, el cierre de bares, discotecas, cines, gimnasios, y la operación con capacidad disminuida de restaurantes, tiendas y otros pequeños negocios.
A partir del 1 de mayo y debido al descenso en la curva de casos activos, el Gobierno ha comenzado a reabrir con limitaciones algunas actividades como las de los gimnasios, los salones de belleza, los talleres mecánicos y los cines.
Imagen: Especial