Tras advertir que “hoy las cosas están peores que hace un año" y que se han quemado 11 millones de hectáreas en la selva amazónica en tan solo un mes por el calentamiento global, el presidente Gustavo Petro Urrego dijo, en la 79º Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que “si la riqueza la medimos en CO2 emitido y no en dólares tenemos la respuesta: el 1 por ciento más rico de la humanidad es responsable de la crisis climática".
El mandatario de los colombianos sostuvo que esa minoría “no actúa tanto para cambiar las economías hacia la descarbonización y se opone a acabar el mundo del petróleo y del carbón, porque es su propia fuente de riqueza".
“Los políticos, incluidos los presidentes de los países más poderosos de la tierra, simplemente les obedecen. Ellos pagan las campañas, ellos son los dueños de los medios de comunicación, ellos son los que ocultan la verdad de la ciencia como en la película ´No mires arriba´, ellos son los que dicen qué se piensa, qué se dice y qué debe ser prohibido y silenciado", afirmó.
Agregó que en su poder de prohibición y censura gritan: “¡Viva la libertad carajo!" y agregó que “solo la libertad del 1 por ciento más rico de la población mundial, que en su sentir mercantil y libre nos lleva a la destrucción de la atmósfera y de la vida. El libre mercado no era la libertad de la vida como decían, sino la maximización de la muerte".
Indicó que los científicos dijeron que si se quemaba la selva del Amazonas “llegamos al punto de no retorno climático, donde las decisiones humanas para detener el colapso ya serán inocuas".
“Pues bien la selva amazónica se está quemando, las campanas ya doblan por todo el planeta, por ti, por nosotros, por la vida y la humanidad, como dijera Ernest Hemingway, las campanas no solo doblan por ti sino por toda la vida. Ha comenzado el fin", puntualizó.
Enfatizó que “aquí hablamos, pero no se nos escucha. Sin embargo, quizá ya no hablamos para que nos escuchen y dialoguemos con los presidentes del poder mundial sino para que escuchen los pueblos del mundo", enfatizó.
“El tiempo ya se acabó: o levantamos la bandera de la vida o nuestros pueblos se llenarán de cementerios como nos lo mostró la epidemia. Es la hora de los pueblos y hay que actuar localmente y concertar mundialmente", dijo.
Aseguró que “el capital fósil no puede seguir, los pueblos deben detenerlo, el veneno arrojado en la atmósfera es fatal y las chimeneas que lo emiten deben detenerse. Cada rincón del mundo puede ser una batalla contra esas chimeneas".