Por Óscar Antonio Roa
La Revolución mexicana tuvo su origen en el descontento social de las personas, aunado al fraude electoral llevado a cabo en las elecciones del 26 de junio de 1910, donde se proclamaba nuevamente presidente el General Porfirio Díaz.
El uso de todos los recursos de fuerza pública en contra del Partido Nacional Antirreeleccionista (PNA), fue más que evidente, miles de simpatizantes de líder Francisco I Madero fueron amenazados con arrestos o incluso con la muerte. Además, dentro de las casillas electorales, se elaboraron distintas artimañas para generar resultados favorables para el nuevamente candidato, Porfirio Díaz.
Ante el arresto de Madero y el robo proclamado de las elecciones, el entonces presidente del PNA, Federico González Garza, presentó una serie de documentos donde se denunciaba ante el Congreso de la Unión los abusos cometidos por las autoridades, de los que destacan: la represión sistematizada en contra de los opositores del régimen, ya sea por arresto o exilio; la amenaza realizada hacia los simpatizantes de Madero y el fraude electoral. Con este memorial, se exigía la anulación de las elecciones.
Dentro de los mecanismos empleados por el régimen porfirista, se encontraban pruebas contundentes sobre el fraude, entre ellas se exhibían denuncias de los ciudadanos ante el Ministerio Público de manipulación de boletas electorales, así como el procedimiento llevado a cabo, en donde los jefes de casilla estaban en constante comunicación con jefes de policía o autoridades municipales, quienes al observar resultados favorables para cualquier candidato de la oposición rellenaban las urnas con boletas falsificadas.
Ante una doble negativa del Congreso de la Unión para la denuncia hecha por el PNA, Francisco I Madero, en ese momento preso, huiría de la cárcel para proclamar el Plan de San Luis y llamar al Pueblo de México para levantarse en armas, pues agotados todos los recursos, solo las personas podrían exigir sus derechos mediante el uso de la fuerza.