Por Guadalupe Juárez
Los familiares de personas internadas en el Hospital General del Sur se truenan los dedos cada que el personal médico les pide algún medicamento básico, gasas, jeringas, una sonda o un estudio en un laboratorio privado para atender a los pacientes, porque significa un gasto que no contemplaban.
En inmediaciones del nosocomio, hay quienes cabizbajos piden una moneda para completar y surtir la receta, y otros que aunque no les sobra el dinero, les ayudan para que lo consigan.
Jessica tiene los ojos llorosos, su madre con cáncer de mama fue recién operada y le pidieron "reponer" los medicamentos que utilizaron, ni siquiera recuerda el nombre, sólo el precio: 300 pesos que ,dice, por ahora sí puede costear, pero ve a su alrededor y sabe que no todos podrán hacerlo.
“Ya había venido la otra vez a que le hiciera una biopsia, y también tuve que comprarle los medicamentos hace como dos meses. Imagínate que viene una persona que no tiene dinero, ¿cómo lo va a comprar?”, relata. Ahora está en la espera de saber cómo continuará el tratamiento su madre y el costo de lograr vencer la enfermedad.
Rosa Pérez dice que su hermano, también con cáncer, necesitaba un aparato que no tenían en el Hospital, por lo que su cuñada consiguió los 4 mil pesos que costaba para que pudieran atenderlo, sumado a medicamentos.
Para las quimioterapias no les habían pedido nada, pero al ver que en la operación sí, esperan que sea lo menos.
Francisco Bautista acompañó a su suegro porque se había caído y se golpeó la cabeza hace un mes, además de pedirles la compra de medicamentos el personal médico les dijo que no había un neurocirujano para atenderlo y entonces murió.
“Sí tienen paracetamol, alguna que otra medicina económica, pero las caras sí hay que salir a comprar a las farmacias”, comparte.
La ocasión que su suegro fue internado, le dieron una receta a su esposa, fue a la farmacia y no tenían todos los medicamentos, los más costosos los tuvo que comprar afuera a las 2 de la mañana y en un solo día gastó mil 500 pesos para que su familiar pudiera estar sedado.
Perla, Lilia y Raquel esperan afuera del hospital en busca de conseguir las medicinas que les acaban de pedir.
Desde el lunes que internaron a su padre con un tumor cancerígeno y alacacia, Perla dice que una doctora le enseñó una canasta y le mostró que no tienen jeringas ni gasas o suero, por eso les pidieron comprarlas a ella. Hace unos días le pidieron ir a la farmacia por pastillas para el mareo, "medicamento básico", reclama.
Este día marcan a un número que les dio una doctora adentro para conseguir alimento especial para el paciente que tiene una sonda en el estómago.
Lilia, en cambio, lamenta que los laboratorios no funcionen, pues les dijeron que sería hasta el 25 de octubre que lo hagan, mientras requiere un estudio cuyo costo es de mil 700 pesos en un laboratorio particular, el cual tienen que tener ya que el 16 de octubre tiene cita y les pidieron los resultados.
“El servicio es bueno, te atienden bien los doctores y las enfermeras, el detalle es que no tienen cosas básicas y te mandan a comprar”, agrega Perla.
Sus tías aseguran que en años anteriores habían venido al hospital por otros familiares y que no carecían de tanto medicamento y artículos para atender a los pacientes.
En mayo del año en curso, el gobierno federal anunció que el IMSS Bienestar ya operaba en Puebla, por lo cual hospitales estatales como el del Sur, se encontraban bajo su control, proceso en el que el principal cambio fue la basificación de su personal médico con 2 mil 600 plazas definitivas.
De acuerdo con cifras del expresidente Andrés Manuel López Obrador, en Puebla el IMSS Bienestar atiende a 4.4 millones de personas, el 62 por ciento de la población.