Hablar del maíz implica abordar múltiples aristas. México es el centro de origen de este grano, aquí evolucionó y se constituyó como el cultivo agrícola más importante para el país, en términos alimentarios, industriales, políticos y sociales. Su participación en la producción nacional de granos es del 89.1 por ciento y su consumo anual per cápita es de 331.9 kilogramos.
El maíz blanco es la base de nuestra alimentación, desde las tortillas hasta el postre, el amarillo se destina en mayor medida como alimento para el ganado y la elaboración de jarabe, aceite, harina o fécula que, posteriormente, se transforman en productos que van desde bebidas hasta pañales o cosméticos.
En términos de producción, México es autosuficiente en maíz blanco. El año pasado se obtuvo un volumen de 24 millones 356 mil 418 toneladas, que cubrieron la demanda nacional, pero en maíz amarillo, la producción de tres millones 147 mil 059 toneladas no ha sido suficiente para atender el creciente consumo de sectores como el pecuario –ante un mayor inventario ganadero-, almidonero, de harinas y cereales y botanas.
Recordemos que México -históricamente- ha sido deficitario en esta variedad y, tras dos años de estancamiento económico por la pandemia, viene una fuerte demanda impulsada por un mayor consumo, lo que es positivo para el país ya que se traduce en crecimiento económico, aunque implique importaciones.
México importa maíz de Estados Unidos y Sudáfrica, principalmente, ya que por temas logísticos resulta más barato comprar a estos mercados que hacer llegar maíz del Bajío a la península de Yucatán, por ejemplo.
¿Qué se requiere? fortalecer las políticas y programas de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural para incentivar la producción, comercialización y transformación del grano, tarea conjunta con los gobiernos estatales y el Poder Legislativo, donde diputados y senadores sean actores relevantes en sus distritos.
Sobre el arancel aplicado a las exportaciones de maíz blanco de 50 por ciento, es importante señalar que si bien esta medida busca mitigar los efectos de la inflación sobre alimentos como la tortilla, no necesariamente es de impacto por el volumen que se exporta, el cual no llega al 1.0 por ciento del total de lo que se produce.
Además, existen otros factores que provocan estas alzas, como los intermediarios, el acaparamiento, aumentos en el precio del gas y la electricidad o situaciones de inseguridad en regiones del país, donde también se debe fortalecer la colaboración interinstitucional para enfrentar este problema.
Esta medida de control, de entrada, afecta la competitividad y deja un antecedente en el marco del Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. Esperemos que esta acción sea temporal y se priorice, como lo ha dicho el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, la producción. México ya logró una producción histórica de 27 millones 425 mil toneladas en 2020, trabajemos para mantenernos en estos niveles.