Columnas
En este año si bien nos va creceremos ligeramente arriba del cero absoluto, pero también es muy probable que la economía caiga en recesión, es decir que el crecimiento sea cercano al cero o incluso negativo.
Por más que digan otra cosa, el PIB sigue siendo el talón de Aquiles tanto de los corruptos de antes como de los "diferentes" de ahora; el supuesto triunfo de esa mafufada llamada "economía moral" está solo en la mente de quienes lo predican desaforadamente, y desde luego del viejillo aldeano que pasó a retiro a una finca imperial en el sureste del país, custodiada por elementos del ejército mexicano pagados con recursos públicos.
Además, si usted tiene la desgracia de caer en las garras del desempleo, le deseo mucha suerte para que encuentre trabajo pronto, por más que digan que nos está yendo no bien ni muy bien, sino requetebien.
Y bueno hoy México es un país mucho más endeudado que hace siete años cuando inició está maravillosa ¿transformación?, cualquier cosa que signifique esa balandronada.
Mientras todo eso y más sucede en México, en el mundo hay un fenómeno inusual en décadas, o quizás incluso inédito.
El dólar se desploma en todo el planeta, hace una semana la divisa estadounidense podía presumir que ganaba terreno contra dos monedas, el yen japonés y el peso filipino, hoy ya ni siquiera eso.
El dólar se está desplomando porque las locuras del orate naranja que gobierna desde la Casa Blanca a Estados Unidos, país emisor del dólar, y en gran medida en muchas partes del mundo aunque no lo parezca, están sacando la confianza sobre la divisa.
El dólar no ha dejado de ser la moneda de reserva en el mundo, pero ha perdido en parte algo que es esencial para cualquier moneda, incluyendo a la divisa más influyente del planeta: la confianza; aunque, no del todo.
Entonces, la divisa estadounidense ve reducirse su influencia como la moneda más sólida y confiable, los mercados y los inversionistas no saben si un día de estos al loco de la Casa Blanca se le ocurra literalmente una locura, y entonces ponga al mundo de cabeza, más de lo que ya lo tiene.
No es para sentirse halagados ni muchos menos gritar triunfantes el regreso del dizque "superpeso".
Lamentablemente con un pueblo bueno y sabio, pero profundamente ignorante, basta con presentar la apreciación del peso y decir que es un éxito económico para que lo crean.
Con el tiempo lo vamos a pagar todos: PIB mediocre, empleo ficticio porque la tasa de desempleo dizque históricamente baja no se calcula con la metodología adecuada, y eso sin considerar al "ejército" de trabajadores informales, nada más el 55% de la población en edad de trabajar, más el enorme endeudamiento en el que metió al país el "mejor presidente en la historia del universo", dixit Andy, pues van a cobrar una factura muy alta, garantizado, y no soy economista.