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Rituales sanitarios de un matrimonio médico 

Rituales sanitarios de un matrimonio médico 

Nación viernes 22 de mayo de 2020 -

por Claudia Bolaños
nacion@contrareplica.mx

Fabiana y Javier son esposos, ambos son doctores, y uno y otro laboran en hospitales Covid-19. Para no contagiarse ni contagiar a sus familiares, toman diversas medidas que para ellos ahora son verdaderos rituales en su trabajo y hogar.

Para ambos en esta etapa de contingencia sanitaria hay una serie de presiones y estrés que les ha traído esta pandemia, desde ver morir a casi ocho personas diariamente, su miedo a llevar el virus a sus dos niños y el pasar horas con la protección necesaria para evitar contagios.

“Ha sido muy complicado en muchos aspectos, antes veíamos por mucho dos personas morir en un día. Hoy son muchos”, dice Fabiana.

Este matrimonio de médicos tiene dos rituales que realizan diariamente para evitar el contagio de este nuevo coronavirus, y que aplican en dos momentos del día: a la hora de vestirse para entrar a atender a los pacientes con coronavirus, y al regresar a su casa, al lado de sus dos niños de 9 y 11 años.

Sus rituales los narra Fabiana: Ella trabaja en dos hospitales, uno del gobierno del Estado de México —diario— y otro del IMSS —fines de semana—. Ambos nosocomios le entregan diferente equipo de protección.

Por principio, ella debe recogerse el cabello que antes gustaba llevar suelto, no usa maquillaje ni aretes. Eso es para ambos hospitales.

Si va a trabajar al del IMSS, en Los Reyes, Estado de México, usa bata protectora, lentes de protección, cubrebocas N95, gorro, botas y goggles, y doble guante.

Y si va al hospital de La Perla, en Neza, le dan un overol blanco de polipropileno que le cubre de pies a cabeza, encima se pone la bata, además de doble guante, careta o goggles.

“Es muy difícil, hace mucho calor, se empapa uno todo el cuerpo”, dice en entrevista con ContraRéplica.

Para entrar a la zona de los asilados, que son los contagiados por Covid-19 y quienes están intubados, el personal médico no debe tomar demasiada agua, pues no pueden ir al baño, por el riesgo de quitarse el equipo y contaminarse, además de que los insumos médicos que les dan son “contaditos”.

El uso de goggles, dice, es también necesario y se empañan aunque sean de los que tienen hoyitos a los lados, por eso algunos prefieren las caretas.

“Me ha pasado en varias ocasiones que por el sudor, se empañan por completo”.
Fabiana cuenta que el personal médico debe aprender a respirar distinto con el cubrebocas N95, y que es metiendo aire por nariz y sacando por la boca, pero al volver a respirar el CO2 que exhalan, al paso de las horas les da dolor de cabeza, aletargamiento, vómito y cansancio.

Por ello, algunos nosocomios han reducido las horas de turno, y en vez de 12 horas sólo trabajan la mitad, pero duplicando labores en ese tiempo.

Al salir de su jornada laboral, se baña y cambia la ropa, se pone un spray con cloro en la suela de los zapatos antes de subir a su automóvil y gel antibacterial en manos.

EL REGRESO A CASA
Al llegar a casa: Fabiana indica que lo primero es que se lava son las manos, por 20 segundos, mete en una cubeta con agua con jabón su traje quirúrgico o batas, vuelve a ponerse cloro en la suela del zapato, se cambia de calzado para entrar a su casa, se pone otra ropa y se lava la cara.

Desde que inició la pandemia tiene menor contacto físico con sus hijos y evita verlos antes de su ritual, eso es algo que le ha costado mucho trabajo.
“Casi no beso a mis hijos, y cuando lo hago es en el cuello”.

Su esposo cuando regresa a su hogar, se quita toda la ropa, la mete a agua jabonosa, se cambia el calzado y llega directamente a bañarse, pues no hay ese servicio en su trabajo.


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JG/CR

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