Tala clandestina sin control: La devastación de los bosques de Tlalpan continúa

La incursión ilegal de los talamontes ha proliferado en la zona, volviéndose cada vez más violentos y armados. Aunque se han formado brigadas de comuneros para vigilar los bosques, su labor se limita a reportar la tala sin intervenir, para evitar enfrentamientos.

La falta de vigilancia efectiva ha permitido que los talamontes continúen operando impunemente. A pesar de los rondines de la Guardia Nacional, su presencia se limita a las zonas bajas, mientras que la tala ocurre en las áreas más altas y remotas.

El aumento de la tala ilegal se atribuye en parte a la disminución del robo de combustible en la zona, lo que llevó a los delincuentes a buscar otras fuentes de ingresos, como la madera.

Los talamontes utilizan halcones para alertar sobre la presencia de brigadistas en la zona, lo que dificulta su captura en flagrancia. Durante el día, cortan los árboles y por las tardes llegan camionetas para transportar la madera.

La falta de recursos y la diversidad de instituciones encargadas del cuidado de los bosques son obstáculos para combatir eficazmente la tala clandestina.

En los últimos cuatro años, se han realizado operativos que han desmantelado aserraderos clandestinos y se han decomisado vehículos y madera, pero la problemática persiste.

La situación es similar en el Ajusco, donde los comuneros también se enfrentan a los talamontes que provienen de otros estados y a los del propio pueblo.

Es necesario tomar medidas más contundentes y coordinadas para detener la tala clandestina y proteger los valiosos recursos forestales de la zona.