El Parque Otomí-Mexica, conocido como Gran Bosque de Agua, se enfrenta diariamente a la destrucción causada por talamontes, grupos inmobiliarios y aserraderos clandestinos. Estas actividades ilegales, respaldadas por grupos armados, están disminuyendo la masa forestal en los 17 municipios mexiquenses que abarcan el corredor entre la Ciudad de México y Morelos.
Los defensores del parque bloquearon carreteras durante varias horas para crear conciencia sobre el grave problema de la tala clandestina en esta área natural protegida desde 1980.
La reserva ecológica cubre 105,875 hectáreas en los municipios de Capulhuac, Huixquilucan, Isidro Fabela, Jalatlaco, Jilotzingo, Jiquipilco, Lerma, Nicolás Romero, Ocoyoacac, Ocuilan, Otzolotepec, Tianguistenco, Temoaya, Villa del Carbón, Naucalpan y Xonacatlán. Está repleta de una rica diversidad de flora y fauna, incluyendo árboles de oyamel, ocote, encinos, madroños, tejocotes, capulines, nogales y fresnos, entre otras especies que dan vida a los bosques.
Los habitantes de la región temen adentrarse en el bosque debido a la presencia de grupos armados que protegen la tala y los aserraderos. Se escuchan cortadoras y el paso de camiones durante la noche.
Durante décadas, ambientalistas, investigadores y representantes de comunidades indígenas han defendido el Parque Otomí-Mexica. Han exigido la intervención de las autoridades para detener la tala ilegal y proteger esta área que proporciona agua a más de 25 millones de personas en la Ciudad de México, el Estado de México y Morelos.
Es crucial proteger los bosques que forman parte del ciclo del agua y albergan una vida silvestre invaluable. La acción conjunta de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, el gobierno estatal y los municipios involucrados es necesaria para enfrentar esta problemática y asegurar la supervivencia de este importante recurso natural.