¿Hacia dónde vamos?: Una transformación sin rumbo

Columnas viernes 27 de junio de 2025 -

Morena no entiende que, aunque niegue su intención de transitar de una democracia participativa a un Estado totalitario, esta es una realidad. Una cosa es el discurso, y otra muy distinta lo que se hace desde el poder Ejecutivo y el Legislativo, quienes, mediante iniciativas y decretos, han trastocado al Estado democrático mexicano. Esto puede observarse en tres hechos significativos.

El primero es el empoderamiento del Ejército como institución en tareas de la administración pública, tradicionalmente desarrolladas por secretarías de Estado de carácter estrictamente civil. A esto se suma el acceso a la participación política de sus miembros activos en puestos de elección popular, lo que abre la posibilidad de que, a mediano plazo, el Estado mexicano se transforme en un régimen castrense y, por tanto, autoritario.

El segundo hecho es la desaparición de los órganos autónomos, los cuales cumplían funciones específicas como regulación, supervisión, protección de derechos y vigilancia de la competencia, entre otras. Estos órganos respondían a una lógica ciudadana basada en la transparencia, la rendición de cuentas y la imparcialidad. A quienes hoy detentan el poder, estas instituciones les resultan incómodas; por ello, cada día desaparecen más, transfiriendo sus facultades a las secretarías o directamente al Ejecutivo federal. Esto se observa claramente en la propuesta de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que otorga facultades a la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, en sustitución del Instituto Federal de Telecomunicaciones, y la empodera mediante reformas a la Ley de Telecomunicaciones, convirtiéndola en una herramienta del poder para restringir, controlar y censurar a los medios de comunicación y a sus participantes.

El tercer hecho es la transformación del Poder Judicial, que atraviesa una vorágine de ilegitimidad, derivada de acciones fraudulentas avaladas por el poder. Estas van desde una ineficaz selección de candidatos que no cumplen con los requisitos de elegibilidad, hasta el evidente acarreo y el uso de acordeones para emitir el voto.

El actual gobierno está desmantelando al Estado sin detenerse realmente a proyectar las implicaciones que ello tendrá a mediano y largo plazo. La oposición luce ausente, carente de presencia y de una comunicación asertiva. En un contexto internacional donde diversos eventos afectarán directamente la vida cotidiana de todos, es momento de preguntarnos, con la vista puesta en 2027: ¿Estamos preparados para enfrentar las situaciones que se avecinan? ¿Las políticas y acciones de transformación del Estado promovidas por la Cuarta Transformación sirven realmente para afrontar las crisis que eventualmente impactarán nuestra economía?

La respuesta a los cuestionamientos es, por muchos aspectos, lógica. Si nos detenemos a analizarlos, podemos tener la certeza de que, derivado de que la gran mayoría de las empresas y ciudadanos apenas vamos saliendo de la crisis provocada por la pandemia de 2020, no estamos en condiciones adecuadas para enfrentar una nueva crisis económica, especialmente si esta se deriva del aumento excesivo de los precios por causas tanto externas como internas.

Los programas sociales resultan ineficientes para sostener la economía de los mexicanos. Seamos claros: no hay dinero que alcance, y menos si no se invierte en los sectores productivos y en la infraestructura nacional. Esta situación se ve aún más agravada por la ausencia de contrapesos frente al poder hegemónico que ejerce la actual administración. Esto conlleva a que impere un solo criterio, lo que deja al país sin mecanismos sólidos que respalden su desarrollo.

Por ello, los invito a reflexionar y a prepararnos para los eventos que vienen, meditando seriamente hacia dónde va el país y reconociendo la necesidad de un despertar ciudadano que impulse una nueva generación de políticos, con una visión más amplia de la realidad nacional y alejada del adoctrinamiento actual.

Estamos a poco más de un año de que comiencen los procesos electorales de 2027 para la renovación de la Cámara de Diputados federal y en 17 estados del país, elecciones que definirán la estructura del poder y la geopolítica nacional. Esta será una oportunidad clave para corregir el rumbo de la política mexicana.

Que desde ahora quede claro: el destino del país no puede de recaer en unos cuantos. Este es el momento preciso de corregir el rumbo, si asumimos con responsabilidad el papel que nos corresponde como ciudadanos y sociedad organizada.

Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC