¿Los capos de vieja escuela en libertad?

Josué Ángel González Torres

Recientemente se han liberado o están por liberarse viejos capos del narcotráfico en México. Esta situación podría afectar el ecosistema de los grupos criminales y el mercado de drogas a nivel nacional, concretamente se involucran figuras de primer nivel del Cártel de Sinaloa, el Cártel de Tijuana y el Cártel del Golfo. Algunas de las razones para liberarlos son fallas en el debido proceso, beneficios procesales y cumplimiento formal de sentencias.

Relacionado con el Cártel de Sinaloa, destaca el caso de Vicente Zambada Niebla, (a) El Vicentillo, hijo de Ismael Zambada, (a) El Mayo, líder actual del Cártel de Sinaloa. De acuerdo con información del Departamento de Prisiones de Estados Unidos (BOP, por sus siglas en inglés), el Vicentillo “ya no está en la cárcel”. Este personaje testificó en contra de El Chapo durante el juicio en su contra en 2019, y era una pieza clave en la cúpula de la organización antes de ser detenido y extraditado.

La misma situación sucede Jesús Zambada García, (a) El Rey, hermano de El Mayo, quien tampoco está “bajo la custodia del BOP”, de acuerdo con Emery Nelson, portavoz de la dependencia. No especificaron cuándo fue su liberación, ni cuál es la situación legal de los mismos. La salida de éstos podría fortalecer todavía más el liderazgo de El Mayo y representaría la pérdida de influencia de El Chapo al interior de la agrupación criminal.

Por su parte, Héctor Luis Palma Salazar, (a) El Güero, antiguamente jefe del Cártel de Sinaloa y quien fue aprehendido en 1994 en Nayarit, salió del penal del Altiplano, ubicado en el Estado de México, a inicios de mayo absuelto por el delito de delincuencia organizada. Sin embargo, la FGR solicitó su arraigo en la Ciudad de México para identificar denuncias a nivel federal o estatal, incluso la SRE solicitó al Departamento de Justicia de Estados Unidos posibles causas penales o procesos de extradición en su contra. De no encontrarse algo, se le debería de dejar en libertad en las próximas semanas.

En cuanto al Cártel de Tijuana, Eduardo Arellano Félix, (a) El Doctor, fundador de la organización, podría recobrar su libertad en agosto del presente año, después de estar recluido en Estados Unidos. Al parecer no cuenta con pendientes con la justicia mexicana, ni con la de Estados Unidos, por lo que su libertad podría ser inminente.

Otro caso relevante ahora relacionado con el Cártel del Golfo, es Osiel Cárdenas Guillén, antiguo líder de la organización y fundador de Los Zetas. Él fue detenido en 2003 y extraditado en 2007 a Estados Unidos. Aunque su liberación estaba programada para noviembre de 2028, podría obtener beneficios procesales que lo dejarían en libertad en 2024. Al salir, podría ser un liderazgo importante para volver a aglutinar a las células delictivas en las que se ha fragmentado el Cártel del Golfo.

En este contexto, la pregunta es ¿Cuáles podrían ser las repercusiones de la liberación de estos perfiles? No es posible adelantar si estos viejos capos se irán a descansar a su casa o si tienen interés de regresar al competitivo mercado ilegal de donde provienen. De tomar esta segunda vía, podrían tener un impacto en la configuración de los grupos criminales y en el mercado de las drogas a nivel nacional, así como en el aumento de violencia o en la estructuración de liderazgos locales.

El caso emblemático que demuestra el efecto que puede tener la liberación de un líder de vieja guardia es Caro Quintero, antiguo líder del Cártel de Guadalajara. Éste fue liberado por fallas procesales en 2013, después de 28 años de prisión por su participación en la muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena.

Desde su salida, Caro Quintero comenzó a realizar actividades criminales principalmente en Sinaloa, Chihuahua, Baja California y Sonora en disputa con el Cártel de Sinaloa, aumentando la violencia en la región. También habría comenzado a estructurar rutas para el tráfico de armas y drogas hacia los Estados Unidos. Actualmente el gobierno americano ofrece 20 millones de dólares por información que lleve a su captura y tiene una solicitud de extradición, aunque continúa prófugo.

Estos líderes al recobrar su libertad se enfrentarían con escenarios criminales radicalmente distintos, es decir, sin las redes de contactos con las que contaban, con un mercado de drogas con productos complemente diferentes y con agrupaciones fragmentadas. Aún así son personajes ampliamente reconocidos, con experiencia y con capacidad de estructurar organizaciones criminales. En todo caso, es necesaria una estrategia jurídica de la FGR, fiscalías locales y de los órganos jurisdiccionales, para evitar que salgan.

Como se ha dicho en otras columnas, el gobierno mexicano carece de una estrategia de combate a los grupos criminales. Si no detiene a los mayores líderes actuales de los cárteles, cuando menos debería de preocuparse por no dejar en libertad a los capos de la vieja escuela del narcotráfico.