Miguel Molotla
Hace una década, la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa rompió en mil pedazos los sueños de igual número de familias. Aquellos jóvenes, que habían sido enviados a la Normal con la esperanza de forjar un futuro mejor que el de sus padres, fueron arrancados de sus vidas en la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014. Desde entonces, la búsqueda de respuestas y justicia ha consumido a estas familias, quienes, tras tantos años, siguen con la misma pregunta sin respuesta: ¿Dónde están?
La lucha incansable de estos padres y madres ha dejado secuelas devastadoras. La desesperación, el cansancio y la incertidumbre han afectado gravemente su salud y unidad familiar. Cinco padres han fallecido a lo largo de estos años, víctimas de enfermedades crónicas, mientras que otros continúan enfrentando problemas de salud que, en palabras de los mismos familiares, han empeorado a causa del interminable calvario que viven día tras día. "Como si todo hubiera ocurrido ayer", comentan, con la tristeza y el agotamiento reflejados en sus rostros.
Durante este tiempo, las autoridades han tratado de imponer versiones oficiales sobre lo sucedido aquella trágica noche. Las familias, sin embargo, rechazan estas versiones, asegurando que se ha intentado dividir su movimiento y desviar la atención de la verdad. Felipe de la Cruz, vocero de las familias y padre de uno de los sobrevivientes, ha sido claro en su postura: "Como padres ya no queremos seguir recibiendo tanta mentira. Lo que pedimos es saber el paradero de nuestros hijos".
Un camino de lucha y dolor
Desde 2014, las familias de los 43 estudiantes han protagonizado más de 120 marchas en la Ciudad de México, viajando cada mes desde Guerrero. Con carteles que muestran los rostros de sus hijos desaparecidos, recorren las calles bajo cualquier condición climática, recordándole al país y al gobierno que su lucha no ha terminado. Sin embargo, el apoyo masivo que inicialmente recibieron ha disminuido con el paso del tiempo, aunque sus aliados más fieles, como estudiantes normalistas y organizaciones de derechos humanos, siguen a su lado.
Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio, ha estado presente en cada una de esas protestas. "Nunca nadie se imaginó que íbamos a llegar a 10 años sin tener resultados", lamenta. La lucha no solo ha sido emocionalmente agotadora, sino también físicamente devastadora. Cinco padres han fallecido sin lograr justicia: Minerva Bello, madre de Everardo Rodríguez; Tomás Ramírez, padre de Julio César; Saúl Bruno, padre de Saúl; Bernardo Campos, padre de José Ángel; y Ezequiel Mora, padre de Alexander.
Cada uno de los 43 jóvenes desaparecidos tenía entre 18 y 24 años, algunos ya eran padres, y antes de entrar a la Normal de Ayotzinapa ayudaban a sus familias en labores agrícolas o en trabajos de albañilería. Provenientes de comunidades rurales, participaban en actividades culturales, como danzas folclóricas. Su desaparición no solo destruyó el núcleo de sus familias, sino también el futuro que cada uno de ellos prometía. "Una desaparición destruye toda la familia", expresan los padres y madres, quienes añaden que la lucha les ha obligado a distanciarse de otros seres queridos, perder trabajos y enfrentar graves problemas de salud.
Clemente Rodríguez, padre de Christian Alfonso, uno de los tres normalistas cuyos restos han sido encontrados, recuerda con dolor cómo su vida cambió drásticamente después de la desaparición de su hijo: "Yo era un hombre con mucha fuerza, vendía agua y trabajaba con mis animalitos. Pero después de lo que pasó, mi cuerpo ha ido decayendo, tengo constantes dolores de cabeza y zumbidos en el oído". Actualmente, para mantener a su familia, Clemente se dedica a vender artesanías y mezcal.
-Un gobierno tras otro, sin respuestas-
La frustración de las familias ante la falta de avances en la investigación es palpable. Los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador han sido duramente criticados por su manejo del caso. María de Jesús Tlatempa, madre de José Eduardo Bartolo, acusa: "El gobierno de Peña Nieto desapareció a nuestros hijos, y la administración de López Obrador deja el caso en la impunidad".
Durante los primeros años después de la desaparición, las familias recuerdan haber enfrentado gases lacrimógenos y represión por parte del gobierno de Peña Nieto, quien promovió la "verdad histórica", una versión oficial que sugería que los estudiantes habían sido incinerados en un basurero de Cocula. Esta narrativa fue desacreditada por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), cuyas investigaciones desmantelaron la versión gubernamental.
Con la llegada de López Obrador al poder, las esperanzas de las familias se renovaron, ya que el mandatario prometió esclarecer los hechos y encontrar a los jóvenes. No obstante, la realidad ha sido otra. Aunque en los primeros años de su mandato se avanzó en la creación de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, y se reconoció que lo sucedido fue un crimen de Estado, las familias señalan que el gobierno ha protegido al Ejército, a pesar de las evidencias de su implicación en la desaparición de los normalistas. Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio Tizapa, cuestiona: "¿Qué clase de justicia se está ejerciendo en el caso, si hay pruebas de que el Ejército estaba al tanto de las agresiones?"
-La lucha sigue-
A pesar del desgaste físico y emocional, los padres y madres de los 43 normalistas continúan en pie de lucha. "Si nos caemos, va a ser peleando por nuestros hijos y por sus compañeros", afirma Bernabé Abraján, padre de Adán. El compromiso de estas familias es claro: no descansarán hasta conocer la verdad sobre el paradero de sus hijos.
Este caso no solo ha evidenciado la corrupción y complicidad entre el crimen organizado y las autoridades mexicanas, sino que también ha desatado un movimiento social que, aunque ha perdido fuerza en las calles, sigue siendo un símbolo de resistencia. Las familias de Ayotzinapa se han convertido en una voz que clama justicia no solo para sus hijos, sino para todas las víctimas de desaparición forzada en México.
A diez años de la desaparición de los 43 estudiantes, la herida sigue abierta. El país entero sigue preguntándose junto a sus padres: ¿DÓNDE ESTÁN?
Foto por Cuarto Oscuro