Mientras en México vivimos la incertidumbre por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su política comercial, en especial en materia agroalimentaria, aunado a la próxima revisión del T-MEC, nuestros principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, avanzan en la modernización y transformación de su sector agropecuario.
Un ejemplo de ello es la tecnología desarrollada por Estados Unidos, que aplica en sus campos para la eliminación de malas hierbas. Se trata de enormes máquinas con rayo láser que, previamente, identifican las especies diferentes a las cultivadas y las van a eliminando al instante, recorriendo cada uno de los rincones de las hectáreas de cultivo, durante 24 horas del día si es necesario.
A su vez, la agricultura en Canadá está experimentando cambios profundos, con el uso cada vez más generalizado de robots, drones y aplicación de la inteligencia artificial en los campos canadienses.
En contraste, el uso de la tecnología en el campo mexicano va muy atrás. La política pública dirigida al sector está enfocada en abastecer de insumos, fertilizantes y semillas a las y los productores. Si bien son productos muy necesarios, deberían de ir de la mano de innovaciones, tecnología e infraestructura, con la cual no se cuenta hoy en día.
Esto ha propiciado que, por ejemplo, grandes naves de invernadero estén abandonadas por falta de apoyos, de plásticos, de sistemas de riego y de capital de trabajo (de créditos accesible mejor ni hablamos).
Los campos estadounidense y canadiense están prácticamente en su totalidad automatizados y con una infraestructura agropecuaria destinada para la producción de alta escala, y no de autoconsumo
Otro ejemplo de innovación tecnológica aplicada en aquellos países son las granjas móviles, las cuales en otros países ya son utilizadas cotidianamente para la producción de pollo, de muy buena calidad, inocuo y de bajo costo.
Mientras a nivel nacional, recientemente la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó: "en este mes presentaremos al Congreso la iniciativa constitucional para prohibir de manera definitiva la siembra de maíz transgénico en México. Se trata de proteger la biodiversidad y la salud”.
Son buenas intenciones, sin lugar a dudas, pero para no fracasar debe haber a la par una producción masiva de semillas propias, probadas por instituciones como el INIFAP, la Universidad Autónoma Chapingo y el Colegio de Postgraduados, entre otros, para no hundir nuestra seguridad alimentaria.
¿Recuerdan las granjas acuícolas? Fue un programa de apoyo exitoso desde Conapesca, antes del inicio del sexenio pasado, donde el productor tenía la oportunidad de escalar, para pasar de productos tradicionales hasta una escala empresarial.
A nivel local, algunos estados del país como Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Chihuahua y Durango están desarrollando apoyos estratégicos para sus productores. El poco presupuesto que reciben saben bien cómo aplicarlo y tener resultados importantes para las familias rurales y el consumidor final.
Desde la iniciativa privada, la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), puso en marcha un sector agroindustrial, que traerá en el corto y mediano plazos resultados importantes para brindar valor agregado a la producción y fortalecer las exportaciones.
Los empresarios y sin lugar a dudas tienen mucho o bastante que aportar, y ya será responsabilidad de los gobiernos federal y estatal si abren la posibilidad para poderlos integrar en algunos programas especiales
LUIS P. CUANALO ARAUJO
Especialistas del sector agropecuario
Presidente del Colegio de Ingenieros Agroindustriales de México, A.C
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