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El polifacético y glorioso Estadio Olímpico Universitario cumple 69 años

El polifacético y glorioso Estadio Olímpico Universitario cumple 69 años

Deportes viernes 19 de noviembre de 2021 -

Un recinto deportivo multiusos y polifacético, así fue concebido en una servilleta de papel el Estadio Olímpico Universitario (EOU) en 1950 por el arquitecto Augusto Pérez Palacios y posteriormente, junto con sus colegas Jorge Bravo y Raúl Salinas Moro, coordinaron la construcción del inmueble. Se inauguró el jueves 20 de noviembre de 1952.

Los arquitectos no pudieron tener una mejor visión futurista de lo que ahora es el EOU, que también se destaca por su compromiso social con la población mexicana, pues no sólo ha sido testigo de la historia de México y el Mundo en materia deportiva y cultural, sino que guarda un fuerte vínculo en las transformaciones sociales de nuestro país y el orbe.

Contexto

La construcción del EOU se dio en el contexto del famoso Milagro Mexicano, entre 1940 y 1958 cuando el crecimiento anual del PIB fue superior al 6.5 por ciento, mayor al de la población, de alrededor del tres por ciento.

En su último informe de Gobierno (1 de septiembre de 1952) y a 10 días de concluir su mandato, el Presidente Miguel Alemán Valdés, daba cuenta de que quedaría concluido el EOU. Los subsidios del Gobierno a la UNAM habían ascendieron a 14 millones de pesos en aquel entonces.

Entre 1950 y 1951, el gobierno de Miguel Alemán había lanzado una campaña de recaudación de fondos para la construcción de la C.U. (y por ende del EOU), pues era una obra que requería de todo el apoyo económico de la comunidad universitaria. La campaña entre otras cosas incluía, la entrega a los donadores de una calcomanía cuadrada de unos 10 por 10 centímetros y que tenía el fondo azul y solamente las letras C.U. en amarillo. Para los universitarios, era un orgullo portar aquella calcomanía en alguno de los cristales de sus automóviles.

Testigo de importantes hitos sociales

La historia social y deportiva de nuestro país cruzaron sus caminos en el EOU cuando Enriqueta Basilio Sotelo, campeona mexicana en los 80 metros con vallas y 400 metros, fue la primera mujer en toda la historia de los Juegos Olímpicos en llevar la antorcha para encender el fuego del pebetero, en la inauguración de la justa mundialista en 1968.

Estos Juegos fueron memorables por varias razones, comenzando por la aparición de Basilio en la ceremonia inaugural, lo que causó revuelo entre la prensa internacional. En ese entonces The New York Times señalaba: “tal vez fue seleccionada porque en México los hombres y las mujeres tenían los mismos derechos y esperaba mostrar su igualdad ante el mundo”.

El cronista deportivo del Times en ese entonces, Arthur Daley, decía: “Cualquiera con un oído agudo y sensible habría escuchado el sonido espectral de los antiguos griegos revolcándose enfurecidos en sus mausoleos ruinosos. Nunca le permitieron a una mujer acercarse a los Juegos Olímpicos y tenían un castigo sumario para las intrusas que fuesen descubiertas: de inmediato eran arrojadas por un precipicio hacia las rocas”. “He aquí a una mujer en un papel central un par de milenios más tarde. Y lo hizo bien”.

Días después se escenificó la protesta silenciosa atemporal más representativa en la historia de los Juegos Olímpicos, cuando en la entrega de medallas de los 200 metros planos los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos, al escuchar el himno nacional de Estados Unidos, donde se vivía un apogeo racial, agacharon la cabeza y levantaron el puño enfundado en un guante negro, símbolo del movimiento Black Power, alcanzando un impacto internacional.

Un pasaje triste de solidaridad social que atestiguó el EOU fue cuando se convirtió en centro de acopio de víveres y ayuda para los damnificados del sismo que sacudió la Ciudad de México en 2017, y que al día siguiente del fenómeno natural ya había recibido y organizado cerca de 100 toneladas de ayuda para canalizarla a los damnificados.

En 2015 el EOU abrió sus puertas por primera vez a la Megaofrenda Universitaria con motivo del Día de Muertos, instalando en aquel año 140 ofrendas de gran formato y de diversas escuelas y facultades, teniendo como temática a José María Morelos y Pavón. Así, el inmueble universitario tendió puentes de acercamiento socioculturales entre la comunidad estudiantil, con las miles de personas que se dieron cita en el recinto para ver las figuras.

En agosto del 2020, el EOU fue avalado como el único sitio -al aire libre- para ser sede de la aplicación del examen de admisión a licenciatura ante la pandemia del Covid-19. Con la implementación de un estricto operativo sanitario, alrededor de 2 mil jóvenes pudieron aplicar para el concurso de selección.

En este 2021, para hacer frente al Covid-19, el Gobierno Federal puso en marcha el Plan Nacional de Vacunación, que operativamente implicó la instalación de mega centros de vacunación en la Ciudad de México.

Uno de ellos se instaló en el Estadio Olímpico Universitario, que luego de 7 meses de labor, se consolidó como el mejor módulo de inoculación a nivel nacional gracias a su organización e implementación de operativos conjuntos con el Gobierno de la Ciudad, que le permitieron al personal sanitario romper varios récords de vacunación para un día. El último se rompió el 28 de octubre con la aplicación de más de 34 mil biológicos. En este periodo de siete meses se aplicaron en el Estado Olímpico alrededor de 800 mil vacunas aplicadas.

Construcción del EOU

El 7 de agosto de 1950 se colocó la primera piedra en una hondonada del Pedregal de San Ángel, en lo que era la ex hacienda de Los Morales. Se edificó casi en su totalidad con base en mampostería de roca volcánica, obtenida de las mismas excavaciones.

Su construcción inició a la par de los edificios de la Facultad de Filosofía y Letras y de las entonces escuelas nacionales de Jurisprudencia y Economía, ahora facultades de Derecho y Economía.

Se concluyó en ocho meses con la participación de ocho mil obreros que trabajaron 24 horas al día, con el objetivo de inaugurar los II Juegos Juveniles Nacionales el 20 de noviembre de 1952 a las 17:30 horas, ceremonia que encabezaron el presidente Miguel Alemán y el rector Luis Garrido.

Nueve días después de este último evento, el 29 de noviembre, se llevó a cabo la celebración del clásico estudiantil de futbol americano entre la Universidad y el Politécnico (en ocasiones se toma este encuentro como el verdadero inaugural), donde según las crónicas, la ocupación de aficionados rebasó la capacidad del Estadio que es de 68 mil 325 personas.

La fisonomía del estadio (algunos dicen que se asemeja a un sombrero de charro; para otros simula el cráter de un volcán) se logró gracias a la disposición de los accidentes topográficos del terreno.

El Estadio cuenta con un moderno sistema de desagüe (con filtros y drenes) en la cancha de juego, tiene 41 túneles de acceso, a través de los cuales la gente entra y sale con rapidez y comodidad suficiente; de tal manera que en un lapso máximo de 20 minutos queda el estadio desalojado completamente.

Cuenta con 8 estacionamientos externos con una capacidad de poco más de 2 mil vehículos.

Fue el primer estadio en todo el país en contar con una pista fabricada con una base de material sintético llamada Tartán, resistente y apropiada para cualquier competencia bajo cualquier condición climática.

También fue el primer estadio en todo el mundo en contar con una caseta diseñada exclusivamente para transmisiones, situada en la zona conocida como “Palomar”, el cual se construyó junto con el Pebetero, para los Juegos Olímpicos de 1968.

Mural Diego Rivera y la UNESCO

En su lado oriente luce en relieve el mural: “La Universidad, la familia y el deporte en México”, realizado por el Diego Rivera, a los 66 años de edad; su relevancia dentro del movimiento muralista y en la pintura mexicana le asignaron un sitio en el magno proyecto plástico y cultural de Ciudad Universitaria.

El altorrelieve, constituido por piedras de colores naturales (tezontle, piedra de río, tecali y mármol, entre otras) aplicadas con cemento, directamente sobre el muro en talud, es sólo una parte de la propuesta original, más ambiciosa, que consistía en recubrir la totalidad de los muros exteriores del recinto deportivo.

Rivera conjugó, de manera ecléctica el escudo de la Universidad Nacional como interpretación plástica del mestizaje. Referencias a las raíces culturales prehispánicas, como las mazorcas de maíz, el nopal y la serpiente emplumada, junto a una valoración de los trabajadores anónimos y la conjunción de fuerzas sociales, pretendieron constituirse en un referente nacionalista.

El artista también hizo obra en el interior del palco del rector, con la técnica de esgrafiado sobre pasta color óxido en las dos caras de un muro curvo de concreto. En el lado cóncavo dibujó el mural “La llama olímpica”; en la cara convexa, uno que simboliza la fundación de México-Tenochtitlán.

El Estadio Olímpico Universitario es parte fundamental del campus central, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO el 29 de junio de 2007.

Pero mantener el Estadio Olímpico Universitario siempre en óptimas condiciones para hacer frente a cualquier evento no es tarea fácil.

La Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria (DGAPSU), a través del contador Juan José Ugalde García, quien lleva 13 años administrando el inmueble universitario, se encarga (junto con 52 trabajadoras y trabajadores) de mantener siempre listo este “sombrero de charro pétreo”, no sólo para los cotejos deportivos de cada fin de semana, sino para apoyar a la población mexicana ante cualquier contingencia.

Todo lo anterior también es el Estado Olímpico Universitario, además de lo que comúnmente se conoce como los Juegos Olímpicos del 68; el Mundial México 86; diversas justas deportivas nacionales e internacionales; escenario de películas y casa los Pumas de soccer y Pumas CU de fútbol americano, eventos culturales como la Mega Ofrenda Universitaria, entre otros temas, pero siempre como generador de orgullo.

Imagen: Cuartoscuro

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DM/CR

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