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Ernesto Cardenal: poesía y liberación

Ernesto Cardenal: poesía y liberación

Entornos lunes 02 de marzo de 2020 -

“El asunto no es el de esperar la salvación

 de las alturas: el Éxodo bíblico nos muestra

 al hombre construyéndose a sí mismo

 y por él mismo a través de la lucha política histórica.

El Éxodo es por tanto el modelo

para una salvación que no es individual 

y privada sino comunal y pública”

Michel Löwy.



Por Pedro Zavala 


Hacia el año de 1975 fue publicada la edición polaca del libro Cristo con un fusil al hombro, del periodista y escritor Riszard Kapuscinsky. La obra es un conjunto de reportajes alrededor del mundo dedicados a cubrir las luchas en busca de liberación y emancipación. El título de la obra hacía alusión a la pintura del artista Carlos Alonso, popularizada en América Latina, tras el surgimiento de movimientos de resistencia en donde varios sacerdotes católicos, religiosas, pastores protestantes, catequistas, laicos y un grupo nutrido, participaban activamente en la lucha armada. De igual modo, la foto en blanco y negro que acompañó la publicación –un guerrillero con un rifle al costado– añadía dramatismo al conjunto de textos, así como resultó un ícono de los movimientos de emancipación. El personaje, perteneciente a la clase alta de la sociedad colombiana, sociólogo y exsacerdote diocesano, doctorado en Europa. Posteriormente enrolado como miembro del Ejército de Liberación Nacional y a la postre asesinado por la milicia colombiana, Camilo Torres Restrepo.

Así, la imagen de Camilo Torres representó un nuevo modo de ser latinoamericano. Inmerso en las luchas por liberación, la búsqueda de justicia y el cambio social según narra Kapuscinsky. Paralelamente al interior de las confesiones de fe Camilo Torres fue asumido en el imaginario como el prototipo del creyente comprometido –o también como el marxista radicalizado, según la narrativa de la ortodoxia y las élites religiosas– en contra de regímenes opresivos, dictatoriales, apoyadas por la lógica de un nuevo proyecto capitalista.

De esta forma, durante el período de gestación y desarrollo de las luchas por liberación, diversas narrativas codificadas desde la tradición cristiana-bíblica, intentaron plasmar la simbólica de un movimiento que hacía eco de un pasado ancestral combatiente. Nacían así, nuevas formas de comprender la relación con el Absoluto, Dios, Otredad, como lenguajes antihegemónicos, posteriormente decoloniales, críticos de las epistemologías y el poder etnocéntrico.

Estas nuevas configuraciones tuvieron (y tienen) por nombre el de Teologías para la liberación latinoamericanas, reflexiones en el propio contexto, para transformar las situaciones de desigualdad e injusticia, repensar la historia e imaginar proyectos hacia futuros políticos distantes a las realidades existentes, desde una óptica cristiana, no ortodoxa.

Así, las Teologías para la liberación se constituían ante todo, como el conjunto de obras redactadas, expresiones de fe, al final de la década de 1960, con una mayor producción en la década de 1970 y 1980. Así, la pregunta concreta que plantearon los movimientos para la liberación, en clave teológica era: ¿qué significa hablar de Dios en un contexto como el nuestroamericano? ¿Qué significa hablar de Dios en un contexto de opresión, dictaduras, pobreza y muerte?

Es en este marco que la figura del sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal Martínez (1925-2020) aparece y despunta como poeta, traductor y político. Uno de sus miembros más reconocidos e insignes. 

Cardenal, proveniente de una familia de clase alta, fue entre tantas cosas, lector apasionado de Rubén Darío, viajero, revolucionario, estudiante de teología, monje, colaborador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que se opuso al régimen de Somoza y luego del triunfo de la Revolución Nicaragüense (1979) nombrado ministro de Cultura. Puesto en el que estuvo a cargo durante 8 años, momento climático de su vida. Fue en ese tiempo, la foto famosa en donde Cardenal se encuentra arrodillado, en una de las piastas del aeropuerto, frente al carismático Juan Pablo II, que lo exhibe y amonesta públicamente durante su primera visita a Centroamérica.

Carnenal entonces, ha sido una figura importante para el mundo de la teología y las letras latinoamericanas, en donde la crítica a los poderes opresivos se muestran desde una narrativa que se afana por la búsqueda de justicia. Así como ha mostrado a lo largo de su obra, la vida apasionada del camino por la liberación. Los anteriores, elementos que han sumado para que el sacerdote haya sido suspendido a divinis por el papa polaco, lo que le impidió el ejercicio del sacerdocio por casi 35 años.

De su obra destacan: Epigramas, Salmos, Homenaje a los indios, Oráculo sobre Managua, Canto cósmico, Versos del pluriverso. Así como Evangelio en Solentiname, tres volúmenes de memorias y una correspondencia nutrida con el monje norteamericano Thomas Merton, quien fuera su maestro y padre espiritual, en palabras del propio Cardenal.

La suspensión a divinis fue revocada, el día 17 febrero del 2019, por el papa Francisco y hoy, los teólogos latinoamericanos le recordamos con lecturas de su obra nutrida y crítica.



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/CR

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