Columnas
Murió el Papa Francisco, y con él se cierra uno de los pontificados más incómodos y políticamente inquietantes del siglo XXI. Se fue el jesuita argentino que denunció el capitalismo salvaje, defendió a los migrantes, abrazó a los pobres y no dudó en decir que los homosexuales tienen derecho a formar familia. Con su muerte, comienza un cónclave crucial para el rumbo de una Iglesia. Por primera vez, se perfila la posibilidad real de un Papa negro —el ghanés Peter Turkson— y con ello una renovación simbólica de siglos de eurocentrismo eclesial.
Mientras Roma se agita, en México toca revisar el largo, contradictorio y oportunista vínculo entre el poder político y el poder espiritual. Porque aquí, entre sotanas y fusiles, la historia nunca fue laica del todo.
En nuestro país, el catolicismo fue durante siglos casi una forma de gobierno. Desde la Nueva España, la Iglesia no solo bautizaba, sino que administraba tierras, escuelas y conciencias. Tras la Independencia, siguió siendo hegemónica, hasta que en el siglo XIX Benito Juárez rompió la sumisión con las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857. El Estado se declaró laico, arrebató propiedades al clero y prohibió su intervención en asuntos públicos. El catolicismo dejó de ser oficial, pero nunca perdió influencia.
La Revolución Mexicana refrendó el laicismo con la Constitución de 1917, aún más radical: se proscribieron las órdenes religiosas, se secularizó la educación, se silenció a los ministros de culto. La respuesta fue violenta. La Guerra Cristera (1926-1929), una insurrección armada de campesinos y católicos contra el gobierno de Plutarco Elías Calles. Decenas de miles de muertos, persecuciones, templos cerrados. El conflicto terminó en un arreglo extraoficial promovido por el embajador estadounidense y dejó un país legalmente laico pero religiosamente católico.
Con el PRI en el poder, la tensión bajó. Los presidentes saludaban discretamente al arzobispo, pero mantenían la distancia institucional. Todo cambió tras las elecciones de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó y los obligó a realizar un fraude electoral. Carlos Salinas de Gortari, sin legitimidad, buscó respaldo en la Iglesia, pero nada sería gratis. En 1992, reformó la Constitución para reconocer jurídicamente a las iglesias, el voto religioso, permitirles poseer bienes y abrir escuelas religiosas.
Desde entonces, la Iglesia regresó con fuerza al espacio público. Juan Pablo II, carismático y conservador, visitó México cinco veces. Canonizó a Juan Diego, llenó estadios, fue idolatrado. Pero su mensaje era claro: orden y moral tradicional. La escena más emblemática: Vicente Fox besando el anillo papal, en un gesto que rompió con el mítico laicismo.
Su sucesor, Benedicto XVI, visitó México en 2012. Intelectual, tímido, dogmático, defensor de la familia tradicional. A diferencia de Juan Pablo II, fue recibido con respeto, pero sin fervor masivo. Su renuncia histórica en 2013 —la primera en siglos— abrió la puerta a un nuevo tipo de liderazgo espiritual.
Y así llegó Francisco, latinoamericano, sencillo y directo. En su visita en 2016 no buscó al poder político: fue a sentir la pobreza en Ecatepec; a Chiapas, con los pueblos originarios; a Morelia, conjóvenes y migrantes; a tocar las heridas de Ciudad Juárez; y en la Catedral Metropolitana regañó a los obispos por vivir como príncipes. Desde el Vaticano denunció la idolatría del dinero, defendió el medio ambiente, y pidió una Iglesia con “olor a oveja”.
Francisco fue incómodo para muchos dentro y fuera del clero. Intentó limpiar la curia, combatir la pederastia, descentralizar el poder eclesial. No pudo con todo. Dejó la idea de una Iglesia cercana a los marginados y capaz de dialogar con la diferencia. Su muerte deja un vacío ético ante el cinismo de la política.
ENTRE GITANOS
RIO LA PIEDAD
La diputada Miriam Saldaña retoma y lanza de nuevo su propuesta de rescatar el rio La Piedad, separar las aguas negras del cauce original de los ríos Becerra y Tacubaya, para que tengamos un afluente al aire libre que cruce nuestra ciudad y alimente al Lago de Texcoco. Una propuesta muy ambiciosa, pero posible.
*Especialista en Ciencia Política y Gobierno.
avilezraul@hotmail.com