Un bloque de hielo de aproximadamente 79 km², calificado como un fragmento “significativo”, se ha desprendido del iceberg más grande del mundo, conocido como A23a, según confirmaron científicos que monitorean la situación a través de imágenes satelitales.
De acuerdo con el Servicio Nacional de Satélites Ambientales, Datos e Información de Estados Unidos (NOAA), A23a es una gigantesca plataforma de hielo de 80 kilómetros de longitud y una superficie total de 3.360 km², más del doble del tamaño de Londres. El fragmento desprendido tiene una dimensión comparable a casi la mitad de la superficie de la Ciudad de Buenos Aires (203 km²).
Este iceberg se separó originalmente de la Antártida en 1986, pero permaneció inmóvil durante más de tres décadas hasta que comenzó su desplazamiento en 2020. Su lento avance hacia el norte ha sido influenciado por corrientes oceánicas que en ocasiones lo mantuvieron girando en el mismo lugar. Desde diciembre, A23a continúa su trayectoria hacia las islas Georgias del Sur, arrastrado por poderosas corrientes marinas.
A pesar de haber mantenido su estructura prácticamente intacta durante su desplazamiento, recientes imágenes de un satélite europeo, analizadas por la AFP y confirmadas por dos científicos, revelan que un bloque de unos 19 kilómetros de largo y 6 kilómetros de ancho se ha desprendido del iceberg principal.
“Es, sin duda alguna, la primera parte significativa del iceberg que ha aparecido hasta la fecha”, afirmó Andrew Meijers, oceanógrafo del British Antarctic Survey, quien sigue de cerca la evolución de A23a. Por su parte, la glacióloga Soledad Tiranti, actualmente a bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar de la Marina argentina, también corroboró que un fragmento se había “desprendido”.
Meijers explicó que los icebergs suelen presentar fracturas profundas y, aunque A23a ya había perdido pequeños pedazos en el pasado, había “resistido bien” hasta ahora. “Es una señal de que estas grietas comienzan a romperse”, indicó.
Aunque otros icebergs gigantes han colapsado rápidamente tras perder grandes porciones, los expertos consideran “difícil” predecir si esta fragmentación marca el inicio de una desintegración más extensa. “La forma en que estas cosas se desmoronan no es realmente una ciencia exacta [...] realmente es difícil decir si se va a romper en mil pedazos o si va a seguir intacto”, explicó Meijers.
Según el especialista, la pérdida de este fragmento no alterará significativamente la trayectoria de A23a hacia Georgias del Sur, una zona vital para la alimentación de focas y pingüinos. Sin embargo, una mayor fragmentación podría reducir “la amenaza para la fauna”, ya que facilitaría el acceso de estos animales a sus fuentes de alimento al poder moverse entre bloques de hielo más pequeños.