Entre fuertes medidas de seguridad y con cubrebocas por las medidas anti COVID-19, el Papa Francisco viajó este viernes a Irak como "un peregrino de la paz" para reconfortar a una de las más antiguas comunidades cristianas del mundo, marcada por la violencia y la pobreza.
"Que callen las armas", reclamó el sumo pontífice poco después de su arribo a la nación del medio oriente para la primera visita de un Papa a este país diezmado por las guerras y las persecuciones, saludando a los cristianos que decidieron permanecer.
Durante su estancia, que terminará el lunes tras recorrer mil 445 kilómetros especialmente por aire para evitar las zonas donde se esconden los yihadistas, el pontífice argentino también tenderá la mano a los musulmanes y se reunirá con el gran ayatolá Alí Sistani, la máxima autoridad chiita.
En las etapas del viaje, se congregarán solo unos centenares de personas, con excepción de la misa del domingo en el estadio de Erbil, en el Kurdistán, en la que participarán varios miles de fieles que han reservado su plaza con antelación.
Imagen: Reuters