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En los últimos 15 años, América Latina ha experimentado una transformación demográfica y socioeconómica significativa con avances notables, pero también desafíos persistentes. La presente columna analiza los datos más relevantes que ilustran esta evolución compleja, con motivo de la celebración del día mundial de la población.
Según datos del Banco Mundial, la población latinoamericana creció de aproximadamente 577 millones en 2008 a 652 millones en 2022, un aumento del 13%. Este crecimiento ha sido acompañado por una acelerada urbanización. En 2020, el 81% de la población vivía en áreas urbanas, frente al 77% en 2008.
Uno de los logros más destacados ha sido la disminución de la pobreza. La CEPAL reporta que la tasa de pobreza en la región cayó del 33.5% en 2008 al 29.8% en 2019. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 revirtió parte de este progreso, elevando la tasa al 33.7% en 2020.
A pesar de los avances en la reducción de la pobreza, la desigualdad sigue siendo un desafío crítico. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos, apenas se redujo de 0.51 en 2008 a 0.46 en 2019, según datos del Banco Mundial.
La región ha logrado mejoras significativas en educación. La tasa neta de matriculación en educación secundaria aumentó del 72% en 2008 al 78% en 2019. Sin embargo, la calidad educativa sigue siendo una preocupación, como lo demuestran los bajos puntajes en las pruebas PISA.
La esperanza de vida al nacer en América Latina aumentó de 74 años en 2008 a 76 años en 2019. La mortalidad infantil se redujo de 18 por cada 1,000 nacidos vivos en 2008 a 14 en 2019. No obstante, la pandemia ha tenido un impacto negativo en estos indicadores.
El PIB per cápita (PPA) de la región creció de $13,372 en 2008 a $16,198 en 2019, según el Banco Mundial. Sin embargo, este crecimiento ha sido irregular y vulnerable a shocks externos, como la caída de los precios de las materias primas y la crisis del COVID-19.
La región enfrenta graves problemas ambientales. La deforestación en la Amazonía alcanzó niveles alarmantes, con Brasil perdiendo más de 70,000 km² de bosque entre 2008 y 2021, según datos del INPE.
El acceso a internet se ha expandido significativamente, pasando del 27% de la población en 2008 al 72% en 2020. Esto ha impulsado la inclusión financiera y el comercio electrónico, aunque también ha ampliado la brecha digital.
La violencia sigue siendo un problema grave. Aunque algunos países han mejorado, la tasa de homicidios en la región (17.2 por 100,000 habitantes en 2019) sigue siendo una de las más altas del mundo.
Los flujos migratorios intrarregionales y hacia países desarrollados han aumentado. Las remesas han crecido sustancialmente, alcanzando $96 mil millones en 2019, lo que representa un importante soporte económico para muchas familias.
Los últimos 15 años han sido testigos de avances significativos en América Latina, especialmente en reducción de la pobreza, educación y acceso a tecnología. Sin embargo, la persistente desigualdad, los desafíos ambientales y la inestabilidad económica amenazan con socavar estos logros. La pandemia de COVID-19 ha expuesto y exacerbado muchas de estas vulnerabilidades.
El futuro de la región dependerá de su capacidad para consolidar los avances logrados, abordar los desafíos pendientes y adaptarse a un mundo en rápida transformación. Esto requerirá políticas públicas innovadoras, inversión en capital humano y una mayor integración regional e internacional.