Un texto publicado por la Universidad de Illinois destaca que la mala alimentación, a la par del caos hogareño, puede afectar las habilidades cognitivas en infantes. Sobre todo las referentes a un orden superior, como las que manejan la memoria, la atención y el control emocional.
Según la publicación, se realizó un estudio en el cual, niños de 18 meses a 2 años que se alimentaban de bocadillos azucarados y alimentos procesados presentaban dificultades con diversos elementos. Algunos de estos percances a partir de una mala alimentación eran la memoria de trabajo, organización, planificación y los componentes centrales del funcionamiento ejecutivo.
"Los niños comienzan a desarrollar rápidamente las funciones ejecutivas entre los 2 y los 5 años. Queríamos observar ese período inicial en el que los padres tomaban decisiones críticas relacionadas con los alimentos", afirma Samantha Iwinski, autora del trabajo.
Para la realización de la investigación en torno a las habilidades cognitivas y su relación con la mala alimentación, se estudió una base de datos de cuidadores de niños. Esto incluía la consideración de un cuestionario de ingesta dietética y un inventario del comportamiento infantil.
De acuerdo con la fuente citada, otras investigaciones previas ya habían sido realizadas en adolescentes y se pudo establecer un vínculo entre la mala alimentación y las habilidades cognitivas. Para esos casos, se presentaron problemas de comportamiento, bajo rendimiento y poca capacidad para controlar las emociones propias.
"Vimos que una mayor ingesta de estos alimentos estaba relacionada con niveles más bajos de ciertos índices, incluido el control emocional, la inhibición y la planificación y organización", comentó Iwinski. "Incluso a esta edad temprana, la ingesta dietética puede afectar la función ejecutiva de los niños en múltiples niveles", afirmó la experta.
Con el fin de mitigar este tipo de problemática, Iwinski propuso la creación de programas de prevención para la mala alimentación en niños. Esto ayudaría a los infantes a mejorar sus capacidades cognitivas a partir de la reducción de refrigerios y alimentos procesados.
"Es posible que estos niños no puedan interpretar las señales y responder adecuadamente en ciertas situaciones sociales y emocionales". Por ello, Iwinski afirma que aun con el esfuerzo hecho, se requieren más estudios en torno a la relación entre la mala alimentación en niños y sus capacidades cognitivas.
Con información de NotiPress
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