El 19 de noviembre de 1984, San Juan Ixhuatepec, una comunidad al oriente de Tlalnepantla, Estado de México, fue escenario de una de las tragedias industriales más devastadoras en la historia de México. El incidente comenzó alrededor de las 5:40 de la mañana, cuando un fallo en una tubería de 20 centímetros en una planta de almacenamiento de gas LP de Pemex provocó la liberación de una nube inflamable que encontró un punto de ignición. Lo que siguió fueron explosiones en cadena que devastaron la zona y dejaron una profunda marca en la memoria nacional.
La magnitud del desastre fue inconmensurable: una serie de 11 explosiones masivas destruyó instalaciones de Pemex y afectó gravemente a las comunidades vecinas. Los informes oficiales señalan que más de 500 personas perdieron la vida, entre ellas habitantes y personal de rescate. Solo el 2% de los cuerpos pudo ser identificado debido a la intensidad del fuego. Además, 906 personas sufrieron quemaduras graves, más de 60,000 fueron evacuadas y unas 150 viviendas quedaron completamente destruidas. La intensidad de las llamas fue tal que se podían ver desde lugares tan lejanos como el Ajusco.
San Juan Ixhuatepec, conocido popularmente como San Juanico, albergaba asentamientos precarios construidos con materiales frágiles como madera y cartón. Estas condiciones, sumadas a la falta de medidas de seguridad industrial y protocolos de emergencia robustos, contribuyeron a la gravedad del desastre. A pesar de que desde la madrugada se reportaron olores a gas, no se tomaron acciones para prevenir el siniestro.
El Plan DN-III, activado por el Ejército Mexicano, coordinó la evacuación y el rescate de las víctimas. Miles de personas buscaron refugio en albergues improvisados, como la Basílica de Guadalupe y la explanada de la delegación Gustavo A. Madero. La solidaridad ciudadana se hizo presente, con conductores ayudando a los heridos y vecinos proporcionando alimentos a los damnificados.
Cinco meses antes de la tragedia, se había registrado un incendio en la misma instalación de Pemex, un hecho que no fue atendido adecuadamente. Años después, las investigaciones señalaron que la planta operaba sin el mantenimiento necesario, pero no hubo responsables legales. Aunque Pemex asumió la responsabilidad e indemnizó a las víctimas, las irregularidades en los pagos marcaron el proceso.
Cuarenta años después, el peligro no ha desaparecido. En la zona todavía operan empresas de gas y químicas, lo que mantiene latente la amenaza de un desastre similar. Los vecinos han denunciado la falta de rutas de evacuación y el incremento de construcciones habitacionales cercanas a las instalaciones industriales, lo que aumenta la exposición al riesgo.
Esta tragedia no solo sacudió a San Juanico, sino que dejó una huella imborrable en el Estado de México, subrayando la importancia de la seguridad industrial y la gestión de riesgos en áreas urbanas vulnerables.
Foto por Cuarto Oscuro