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Transforman negocios en  Venezuela para sobrevivir

Transforman negocios en Venezuela para sobrevivir

Global viernes 24 de julio de 2020 -

Por Martha Cotoret y agencias

El popular bulevar de Sabana Grande, en el centro de la capital venezolana, es popular por sus zapaterías y sus tiendas de ropa. Hay una al lado de otra. Normalmente, los caraqueños visitaban este lugar para comprar calzado, jeans, leggins, ropa interior y algunas blusas a precios “un poco más baratos” que en las plazas comerciales.
Justo allí es donde Francis, una mujer de 38 años, tenía su tienda de zapatos. Tuvo que cerrar en marzo tras la llegada de la pandemia a la nación sudamericana. Cuando sus ahorros "empezaban a desaparecer", tuvo una idea: cambiar calzado por alimentos.
En medio de una situación límite, "vimos la opción que teníamos de vender comida", cuenta a la agencia de noticias AFP, a la entrada de su negocio.
En marzo, el gobierno de Nicolás Maduro obligó a los negocios a cerrar sus cortinas para prevenir el contagio del coronavirus que ya deja 13 mil 164 contagiados y 124 decesos en Venezuela. Sólo quedaron exentos de la medida los comercios dedicados a vender alimentos, medicinas y otros productos considerados esenciales.
Un día se despertó y decidió que lo mejor era cambiar de rubro. Fue a un mercado popular, compró pasta, azúcar, sal, mantequilla, aceite, harina de maíz (la base de las tradicionales arepas, pilar de la dieta del venezolano) y inició con la reventa. Ahora son este tipo de productos los que ocupan las estanterías.
Pero Francis no es la única que vivió la transformación de su negocio. Oriana, una joven de 23 años encargada del estudio de fotografías de su familia en Chacao, una colonia de clase media en Caracas, abrió en ese espacio una tiendita.
Junto con su madre desmanteló la sala para tomar retratos, un espacio que ahora ocupan cajas con cebollas, papas, pepinos, tomates y otros vegetales que adquieren semanalmente en un mercado popular.
Eventos sociales como matrimonios y cumpleaños, otrora "el fuerte" del local, venían cayendo al ritmo de la crisis económica del país, pero terminaron de desaparecer con el confinamiento.
Entre paredes aún cubiertas con fotografías de actores estadounidenses, Oriana pasa sus días tratando de estirar el dinero de sus pocas ventas para "cubrir los gastos del día". "Es terrible", confiesa.

Jornada reducida. La jornada laboral en Caracas termina al mediodía incluso para los negocios que se han colado entre los sectores "esenciales". Luego de ese límite, militares y policías empiezan a pedir que sean cerrados. "Te vienen a cerrar, sin explicaciones. Sabes que uno no puede decir nada...", se queja Oriana.
José, por su parte, se dice "atropellado" ante la falta de claridad de medidas de cuarentena que cambian constantemente en el país, generando confusiones.
"Si viene la policía y nos encuentra vendiendo, eso nos puede cerrar el negocio", indica a AFP José Rodríguez, de 48 años, asesor de ventas en una tienda de disfraces en Sabana Grande, mientras señala con un dedo globos, carteles conmemorativos y disfraces ocultos por bolsas negras. Allí también se ofrece comida.
Medios locales han denunciado extorsiones a comerciantes por parte de uniformados, desplegados en puntos de control pidiendo salvoconductos. "Las ventas están ahorita más todavía en el suelo", se queja José.


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JG/CR

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