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Un mexicano en China nos narra cómo se vive con el coronavirus

Un mexicano en China nos narra cómo se vive con el coronavirus

Global lunes 10 de febrero de 2020 -

Por Martha Cotoret
martha.cotoret@contrareplica.mx

Hace 20 años Alfonso Araujo partió de su México natal a China. Quería perfeccionar sus técnicas de artes marciales. Esperaba sólo estar seis meses allá, pero luego se sintió atraído por la idea de estudiar mejor el idioma y consolidarlo.

“Luego empecé a trabajar primero como corrector de textos, más tarde como traductor, y eventualmente terminé trabajando como asesor de los gobiernos tanto de China como de México para llevar a cabo proyectos de cooperación educativa, comercial y más recientemente, de ciencia y tecnología”, cuenta en entrevista para ContraRéplica.

Alfonso es una de los 56 millones de personas que vive el confinamiento que ha impuesto el gobierno chino para evitar mayor propagación del coronavirus. Reside en Jiaojiang, una de las mini-ciudades que están en Taizhou, y sólo tiene permitido salir cada dos días a comprar víveres o enviar a alguien a que lo haga. El supermercado le queda a sólo 200 metros. No vive el aislamiento solo. Lo hace junto a su familia y, en especial, junto a su hija de 7 años.

“Una vez, cuando mi hija tenía 4 años, contrajo neumonía y estuvo hospitalizada una semana entera y yo ‘acampé’ en su cuarto todo ese tiempo. Ella entiende la situación y la relaciona con aquella vez que estuvo enferma, de modo que no está asustada, sabe que es cuestión de tiempo”, narra el director de la Oficina de Transferencia de Tecnologías (OTT) del Tecnológico de Monterrey en China.

Alfonso y su hija pasan los días haciendo la tarea de la pequeña, armando robots, leyendo cuentos, haciendo “experimento” y hasta aprendiendo a hacer tortillas mexicanas.

“Taizhou llegó a reportar más de 100 casos, lo que la llevó a subir la alerta sanitaria a ‘alta’, lo que limitó las comunicaciones por carretera con las otras ciudades. En esta alerta alta, también tenemos la restricción de no poder salir de los complejos habitacionales más que una vez cada dos días. Sin embargo, el complejo donde vivo no es un edificio, sino 30, en un área que incluye jardines y áreas de esparcimiento, de modo que se puede salir a pasear”, explica Alfonso.

A diferencia de Hubei, epicentro del coronavirus, donde las autoridades sanitarias chinas reportaron una "severa" falta de camas, "equipo y material" y hasta desabasto de comida, la comunidad en la que vive Alfonso no está en crisis.

“Los hospitales no han sufrido saturación, así que aunque la gente está preocupada y en cuarentena de facto, no se vive la angustia de la zona origen. Ayer los vecinos salieron a celebrar con cohetes y canciones la Fiesta de las Linternas, para cerrar las festividades del Año Nuevo. El desabasto se ha concentrado en las mascarillas, los desinfectantes de manos, y algunos jarabes o medicinas que se supone son buenas para prevenir la enfermedad”, afirma.

Alfonso considera que las medidas de aislamiento que ha tomado el gobierno chino están justificadas. “La forma en la que se han comportado en los últimos 4 días también dan indicación de que el draconiano cerco sanitario está dando resultado: vemos subir la concentración en la zona primariamente afectada de Hubei, y los números crecientes en el resto del país muestran una tasa de mortalidad mucho menor debido a que no han colapsado las capacidades de los hospitales”, manifiesta.

Pese a la crisis, no piensa regresar a México. “Más bien he estado en contacto diario con el Consulado de México en Shanghái, que es el que tiene la jurisdicción de mi zona, para apoyar a otros mexicanos y ayudarlos, en algunos casos, a salir”, concluye.





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/CR

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