La diplomacia mexicana
Columnas miércoles 25 de junio de 2025 - 01:00
La paz entre Irán e Israel, mediada por Estados Unidos, abrió un respiro geopolítico, aunque la guerra en Ucrania persiste. En ese tablero internacional, México, bajo la conducción de Claudia Sheinbaum Pardo, se posiciona como un referente de paz y legalidad internacional.
El acuerdo de paz entre Irán e Israel se concretó tras años de tensiones y amenazas bélicas. La intervención directa del presidente Donald Trump culmina en un tratado sin precedentes. En contraste, la situación en Ucrania continúa envuelta en una espiral de ataques, exigencias y cerrazón diplomática.
Las condiciones impuestas por Rusia siguen alejadas de una solución viable. Exigir el retiro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de territorios cercanos y el reconocimiento de anexiones territoriales ha resultado inaceptable para la mayoría de los países del orbe.
En el frente ucraniano, la tecnología ha redefinido las estrategias militares. Ucrania ejecutó un ataque masivo con drones, dejando fuera de combate una parte importante de la aviación rusa, lo que derivó en una contraofensiva con cientos de dispositivos aéreos.
En este panorama, México enfrenta su propia prueba de política exterior. Tras acudir a la Cumbre del G7 en Canadá, Claudia Sheinbaum logró fortalecer la voz mexicana en escenarios multilaterales, e hizo énfasis en el respeto a los derechos humanos y el desarrollo sustentable.
En este sentido, se debe recordar que el doctor Juan Ramón de la Fuente, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha delineado la diplomacia mexicana que privilegia el diálogo, el multilateralismo y la resolución pacífica de los conflictos.
Si bien es cierto que, México no tiene participación directa en conflictos armados internacionales, pero su posición como potencia intermedia exige claridad ética y política. Su neutralidad no implica pasividad, sino responsabilidad con el derecho internacional.
La diplomacia mexicana tiene, también, un cambio en la política exterior. El nuevo rostro de México en el extranjero se perfila como una fuerza que apuesta por la cooperación, la defensa de sus connacionales y la construcción de consensos.
Las lecciones de la historia muestran que la estabilidad regional repercute en lo local. Un conflicto prolongado en Europa afecta el comercio, el precio de alimentos, el flujo migratorio y el equilibrio energético global.
El camino que ha tomado la doctora Sheinbaum Pardo, junto con el canciller, marca una etapa en la que México busca ser escuchado y tomado en cuenta no sólo por su vecindad con Estados Unidos, sino por su propuesta de convivencia global.
La diplomacia mexicana consolida su liderazgo regional en foros multilaterales, ahora con la reciente aprobación en el Senado de la República de nuevos titulares en consulados de México en el exterior. De esta forma, la política exterior no puede desligarse de los valores que se defienden en casa: paz, justicia social y respeto a los derechos humanos.
México no será mediador en conflictos como el de Ucrania, pero sí se posiciona como un país defensor de la legalidad internacional. La presencia en el G7 representa un primer paso para redefinir el papel global del país.
Mientras tanto, la guerra en Ucrania continúa con miles de muertos y desplazados. La paz firmada en Medio Oriente no debe usarse como cortina para minimizar otros focos de violencia. El mundo necesita coherencia diplomática y México, ahora más que nunca, lo demuestra con creces.
*Periodista | @JoseVictor_Rdz
Premio Nacional de Derechos Humanos 2017
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/CR
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