Por Iveth Serna
El proceso electoral de Estados Unidos de Norteamérica es un tema que los mexicanos vivimos como propio, manifestamos nuestras preocupaciones, nuestras filias y fobias partidistas y nos mantenemos a la expectativa el día del anuncio del nuevo presidente del que, aseguran, es el hombre más poderoso del mundo.
Hay muchas razones por las que el proceso electoral de nuestro vecino del norte deba importarnos tanto; el tráfico de armas, dinero y drogas, los migrantes o los términos del nuevo tratado comercial, por citar algunos, son argumentos de peso para que el tema ocupe buena parte de la agenda informativa de los medios de comunicación de este país.
Pero hay una razón por la que no debería preocuparnos quien será el nuevo presidente de EUA y es porque sin importar que sea un demócrata surgido de una minoría o que pertenezca al segmento más conservador de los republicanos, el juego para México “como siempre”, es el mismo; nunca tenemos la enchilada completa, como dijo Jorge Castañeda.
Pero no es casualidad que en cualquier negociación con ellos México siempre logre acuerdos “perfectibles”, “mejorables”, que nunca son lo que queremos pero que debemos aceptar porque sí, es nuestro socio comercial más grande y las remesas de nuestros connacionales son nuestra principal fuente de ingreso como país. Ante el juego económico poco importan la seguridad en nuestro territorio, el trato digno y la garantía de los derechos humanos de nuestros migrantes legales o ilegales.
Lo que sí debería importarnos en este momento y en lo que deberíamos estar poniendo toda nuestra energía y capacidad de análisis es en el hecho de que el año próximo hay un proceso electoral, este sí, mexicano, y cuyos resultados definirán el rumbo de la segunda mitad del periodo presidencial actual.
Los mexicanos debemos dejar de esperar que “el hombre más poderoso del mundo” resuelva los temas de la agenda bilateral de la manera más favorable para nosotros, lo cual es un sin sentido, esos temas que tanto nos lastiman y nos limitan como país los tenemos que resolver de este lado de la frontera, pero para ello hay una condición necesaria e imperante; la unidad.
Unidad a la que deben contribuir los medios de comunicación, los líderes de opinión, los intelectuales, los activistas sociales, los políticos, los empresarios, pero, sobre todo, la sociedad civil, en nuestras manos está decidir lo que es importante para nosotros y para nuestro país y en nuestras manos, también, está la única y real posibilidad de cambio.
Pongamos toda la atención a nuestro proceso electoral, cuidemos nuestro voto y emitámoslo con responsabilidad y con un sentido de comunidad, porque, si queremos la enchilada completa, no debemos seguir conformándonos con chilaquiles.