“Polvo”, el narco visto desde la comedia

Por Osvaldo Córdova

Para muchos actores dar el salto del set para colocarse detrás de la cámara ha resultado un desastre; sin embargo este no es el caso de José María Yazpik, quien dirige, coescribe y protagoniza su opera prima: “Polvo”, en la que trata un tema ya muy explotado como es el narcotráfico, sólo que él lo hace desde la comedia, un ángulo poco abordado.

Desde las primeras secuencias del film, el director se enfoca a mostrarnos los otros efectos que esa actividad provoca en las personas como es el consumismo y la avaricia.

La cinta sigue a al Chato (Yazpik), quien dejó el pueblo de San Ignacio con el sueño de convertirse en actor de Hollywood. Diez años después, encomendado por un cártel de Tijuana, debe regresar para recuperar un cargamento de cocaína que cayó sobre el poblado.

Para conseguir su objetivo, debe convencer a todos los pobladores: “Es como una aspirina, pero más chingona”, para que entreguen el cargamento y así lograr la seguridad de los habitantes, aunque esto lo reúna con el pasado que pensó ya había enterrado.

Ambientada en 1982, cuando la cultura del narco no era tan violenta y expuesta como hoy en día, la película de forma sencilla nos muestra las repercusiones que tiene su plan para recuperar los paquetes de droga, pues dejará al descubierto la forma en que el dinero corrompe sociedades, destierra la generosidad y aviva el egocentrismo y contamina con avaricia a una comunidad apacible.

Y son precisamente las situaciones cómicas las que mantiene a flote a “Polvo”, ya que las actuaciones no caen en lo absurdo ni en la comedia simplona, pues el trabajo de Yazpik y Mariana Treviño, quien interpreta a la ex novia de el Chato, así como todo el elenco logran momentos bien logrados que nos llevan a recordar el tono de la comedia ranchera.

El director-actor no cede a la tentación del lucimiento propio al ser el protagonista, sino al contrario aprovecha cada uno del talento de su reparto, entre ellos Joaquín Cosío, Jesús Ochoa y Angélica Aragón, quienes le dan ese toque de naturalidad a la cinta.

Otro logro de la película, es el buen conocimiento del uso y costumbres de las poblaciones del norte, y esto es posible porque Yazpik explora sus raíces al haber filmado en San Ignacio Mulegé, en Baja California Sur, de donde era oriundo su padre, lo que ayuda a que diálogos y situaciones tengan gracia y verosimilitud.

Además la fotografía de la cinta parece emanar de una postal, al mostrarnos la belleza natural de los paisajes donde se filmó, pero más que esto nos recuerda como era México antes de convertirse en un cementerio a causa del combate a los cárteles de la droga.

Estrenada en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia, Polvo quizás no es de las películas mexicanas más arriesgadas, pero sí una consistente y divertida comedia con una identidad que nos evoca al cine costumbrista de Luis Alcoriza.

Foto Diamond Films México