¿Se va la ultraderecha del PAN?
El episodio con el partido español Vox pudiera detonar en el PAN, a mediano plazo, rompimiento o escisión, el desprendimiento de quienes están identificados con la ultraderecha.
Su poder o influencia dentro del blanquiazul es real, de otra manera, los hubieran crucificado por su reunión en el Senado y por firmar el manifiesto de dicha organización contra el comunismo.
El hilo se rompió por lo más delgado y a quien despidieron del grupo senatorial fue al responsable de manejar las redes sociales, acusado de ser el promotor de escandaloso encuentro entre más de una docena de panistas y Sergio Abascal, líder de Vox.
Para nada mostró arrepentimiento Christian Camacho, escribió en un tweet que se iba de la fracción parlamentaria con la frente en alto, convencido de que hizo lo correcto.
No sancionaron a nadie más. Para el senador coordinador Julen Rementería fue suficiente con ofrecer disculpas. Ni sus compañeros pretendieron quitarlo ni tampoco la dirigencia partidista. Los líderes nacionales Marko Cortés y Héctor Larios fueron medidos en su lenguaje. Hubo deslindes calculados, sin ofensas para los protagonistas.
La acción de la ultraderecha en Acción Nacional es un secreto a voces. Existe, quizás desde la fundación del partido. Investigación periodística la identificó con el término “Yunque”. Ha procurado la discreción, opinar y tratar de influir en las decisiones medulares, sin dar la cara.
Por eso sorprendió la reunión con el líder de Vox, aunque también puede ser el primer aviso de que la ultraderecha mexicana se prepara para emigrar, para formar su propio partido, como lo hizo Sergio Abascal en España en 2013, cuando concluyó que sus diferencias con el Partido Popular (conservador), al que pertenecía desde joven, ya eran irreconciliables. Desde el 2019 Vox representa a la tercera fuerza política de su país.
De acuerdo con la ley electoral, para formar un partido, primero se tiene que dar aviso al INE de dicho propósito, en el mes de enero del año posterior al de la elección presidencial.
Si en la elección del 2024 el PAN vuelve a perder, la ultraderecha podría dar el paso de buscar el registro como partido, ante el evidente crecimiento de su movimiento. Contarían con organizaciones y simpatizantes afines, que solo esperan una señal de sus guías.
Por lo pronto, la reunión de senadores del PAN con el líder de la ultraderecha española, puede verse como un misil disparado que no explotó. Se quedó entre el alboroto de los intestinos azules. La dirigencia le echó encima la alfombra para que no se vea, aunque el bulto es muy notorio. Tarde o temprano tendrá que ser inutilizado o de lo contrario, si por otro error lo hacen estallar o sus adversarios consiguen que explote, las consecuencias electorales podrían ser desastrosas, particularmente para el 2024.
Para que no estalle, el PAN tendría que postular un candidato presidencial fuera de serie, extraordinario, con la inteligencia suficiente que lo ayude a desactivar el peligroso misil disparado por la ultraderecha. Hasta ahora, al menos a la vista, Acción Nacional no tiene ese perfil.
Si el misil estalla, sus mismos aliados, PRI y PRD, que están calladitos en este asunto, porque así se ven más bonitos, podrían resultar afectados.
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