Nunca en la historia contemporánea, incluyendo la segunda guerra mundial, habíamos enfrentado un riesgo más grande que el calentamiento global. En estos momentos podemos afirmar con certeza que la especie humana puede estar cavando su propia extinción. Las datos de miles de científicos e investigadores de 195 países del mundo (incluyendo 28 mexicanos) que conforman el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) formado en 1988 a propuesta del Programa de Naciones Unidas para el Medio ambiente (PNUMA) y la Organización Metereológica Mundial (OMM) que la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas confirmó ese mismo año, no han logrado convencer a los líderes políticos del mundo con sus seis informes que demuestran científicamente que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando y que los compromisos actuales para enfrentar el cambio climático no son lo suficientemente ambiciosos para limitar el calentamiento a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Umbral que los científicos consideran necesario para evitar consecuencias catastróficas.
Es importante señalar que nuestro planeta sigue perdiendo matorrales, selvas y bosques a un ritmo extraordinario que puede variar desde 4 hasta 10 millones de hectáreas anuales. El 85 % de la contaminación atmosférica es causada por la quema de combustibles fósiles. El exceso de CO2 en la biósfera acidifica los océanos. De 2009 al 2020 perdimos el 14 % de los arrecifes de coral del planeta. De 1970 a 2014, de acuerdo con el Informe del Planeta Vivo en la edición 2018 de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), sabemos que las poblaciones globales de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles disminuyeron en promedio un 60%. América Latina ha sufrido la disminución más dramática de vertebrados en el mundo con un 89 por ciento de pérdida. Estas poblaciones corresponden a la región biogeográfica del Neotropical (desde el centro de México hasta la Patagonia) donde se encuentran tres de los países más biodiversos del mundo: Brasil, Colombia y México.
Como resultado de las actividades humanas de comunicación, transporte, desarrollo urbano, industrial y turístico; con un modelo de producción agropecuaria que destruye y agota los suelos agrícolas emitiendo enormes cantidades de emisiones de óxidos nitrosos y metano, se reducen y fracturan los ecosistemas con la consecuente degradación y pérdida del hábitat de la vida silvestre.
Debemos aceptar que estamos destruyendo nuestra casa con este modelo de desarrollo equivocado. Sabemos que la biocapacidad del planeta fue rebasada en julio del año 2020, por lo que necesitamos dos planetas para satisfacer nuestras necesidades futuras. No tenemos nada que festejar el Día de la Madre Tierra. Debemos cambiar urgentemente.
*Carlos Alvarez Flores, Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C. Experto en Gestión de Residuos y Cambio Climático
www.carlosalvarezflores.com y Twitter @calvarezflores