Columnas
La próxima semana se cumplirán 30 años donde México fuera testigo de uno de los momentos más oscuros de su historia política: el asesinato del candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio Murrieta. A casi tres décadas de distancia, las investigaciones continúan arrojando sombras sobre los hechos que rodearon ese trágico día.
Las indagatorias descartaron a los integrantes del equipo de seguridad institucional conocido como "Grupo Omega" como posibles implicados en el crimen. Este grupo, conformado en su mayoría por ex policías y miembros del Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario (PDMU) -organización impulsada por el ex secretario de Estado Jorge Jiménez Cantú--, era liderado por Fernando de la Sota Rodalléguez, ex agente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Es relevante saber que la seguridad del candidato Colosio operaba de manera rudimentaria, sin acceso a armas de fuego, radios o localizadores. Esta situación contrasta con los estándares de seguridad actuales, evidenciando las deficiencias en el esquema de protección del candidato y, por ende, en la integridad del futuro Presidente de la República.
La figura de José Carmen Arturo Alcántara Rojas, impulsor del Grupo Omega y destacado político y empresario, también arroja luces sobre la investigación. Su influencia en la política mexicana plantea interrogantes sobre su posible vinculación con los eventos que rodearon el asesinato de Colosio, sin que este, estuviera dentro de las investigaciones ministeriales.
La actuación del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y su representante, Manlio Fabio Beltrones, también es objeto de escrutinio. La designación de Beltrones como representante presidencial en la investigación, sumado a un presunto encuentro en playas de Baja California con el presunto asesino, Mario Aburto Martínez, genera sospechas sobre la transparencia de la investigación.
Hoy, la historia nos deja un momento de reflexión. Luis Donando Colosio Riojas (hijo del ex candidato presidencial) y Manlio Fabio Beltrones (representante presidencial) serán compañeros en el Congreso de la Unión durante la próxima legislatura. El primero, deja un mensaje al presidente López Obrador sobre el destino del único personaje implicado y condenado en aquel magnicidio, Mario Aburto Martínez; para que le conceda un indulto y, así lograr una paz interior sobre el tema; mientras que el segundo, sólo ha dado vista de una vida de bonanza en estas últimas décadas.
Pero el mensaje que habría que observar, es cómo se desarrollará la legislación con ambos personajes de la historia contemporánea de nuestro país, por una parte, un integrante de la familia política que hubiera llegado a la silla presidencial en aquel 1994; y por otra, el personaje elegido para enturbiar las investigaciones del verdadero origen del magnicidio, Beltrones Rivera.
Por este motivo, es prioridad que las autoridades de la federación de un gobierno de izquierda revisen a fondo el caso Colosio y esclarezcan cualquier sombra de duda que persista, de manera particular sobre la actuación del único responsable condenado.
La memoria de Luis Donaldo Colosio y la confianza en nuestras instituciones democráticas merecen una investigación exhaustiva y transparente, que arroje luz sobre este oscuro episodio de nuestra historia política, aunque hayan pasado 30 años, pero que logre una verdadera paz en este trágico episodio, donde también perdió la vida Diana Laura Rioja, producto de un cáncer avanzado.
*Periodista | @JoseVictor_Rdz
Premio Nacional de Derechos Humanos 2017